Por: Camila Pruzzo / 03 de agosto, 2012
Para este espectáculo, hay asientos de primera fila. Vestidos hechos a mano, zapatos, collares y anillos. Peinados, maquillaje, sombras y dolor. Sentadas incómodamente, maniatadas y confundidas, las mujeres que respiran dentro de esa habitación amordazadas, permanecen expectantes a lo que está por suceder.
Sus captoras (María Izquierdo y Lía Maldonado,) dos mujeres bien vestidas como ellas, han invertido en el juego de la venganza, la balanza del poder contra dos hombres. Hombres de familia, casados, trabajadores, exitosos, bien vestidos. Dos hombres que 20 años atrás violentaron su hombría contra ellas en la juventud. Dos hombres atados, desnudos frente a sus hijas, sus esposas, sus madres, custodiadas por dos guardias y una enfermera, mientras sus captoras cortan los genitales de ellos como símbolo de su dolor, eliminando el arma con el cual fueron atacadas.
Esta Función de gala es el espectáculo del poder y cómo éste ha recorrido dolorosamente la vida de un grupo de individuos que no pueden escapar de su destino. Y somos nosotros a su vez, los que estamos constantemente dispuestos frente a las pantallas que transmiten una y otra vez este terrible show, la performance de nuestra memoria, la mutilación y la muerte, la violencia física y verbal (siendo el silencio la más fuerte de todas) sin hacer nada al respecto.
Sucede aquí, cuando incluso las pequeñas formas de poder, guardianes del orden y el abuso, no son más que torpes figuras, una suposición de poder, que proviene de más arriba, de una mente (o dos en este caso) que planifican y ejecutan. Sucede de manera seductora, de quienes nos protegen y nos cuidan, nos dan salud, bienestar, y tranquilidad, adormeciendo a unos para asesinar a otros, resguardando la justicia para quienes puedan pagar por ella. Ocurre en lo más íntimo de nuestras familias, cuando obviamos ocultando de nuestra historia todo el mal causado en pos de los valores que alguna vez se inventaron y a los que hoy protegemos con tanto ímpetu. Se ejecuta cada vez que guardamos odio para convertirlo en actos contra quienes violaron nuestros derechos, cuando el silencio se transforma desde el dolor hacia la venganza como respuesta de nuestros calvarios.
Todos los días, en el horario que guste puede formar parte de éste espectáculo, puede ser uno más del montón de espectadores secuestrados, estupefactos y silenciosos, o puede ser partícipe de las desgracias que se ejecutan en vivo y en directo en el ejercicio del poder: corrupción, lucro en los bienes básicos y culturales, robos, escándalos sexuales, prensa y televisión amarillista, desastres ecológicos, farándula a la hora que desee, cuánto desee y cómo lo desee, agrandando su promoción en Pop Corn más un juguete para el niño en casa. Póngase sus mejores trapos y permanezca con el cuerpo pegado al asiento, sin olvidar sus accesorios y los cigarrillos, que la función está por comenzar.