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Panorama de la Distribución Alternativa en Chile: ¿Existen las herramienta necesarias para que el Cine Chileno cuente con espectadores?

Por: Camila Pruzzo / 05 de enero, 2013

Al momento de referirnos al Cine Chileno, las reacciones son variadas y las posiciones tomadas probablemente tienen origen en el modo en que la industria se ha tomado la producción nacional cinematográfica. “Es diferente al otro cine”, “tiene muchas escenas de sexo”, “dicen muchos garabatos”, “hay mucha violencia o nada de acción”, “es fome”, “las historias son buenas, pero los personajes no”, “son actores de teleseries, no funciona”.

Las medidas tomadas por los cineastas y las productoras denotan cierta desesperación por lograr espectadores, muchas veces pensando en el traslado del público doméstico de la televisión a las pantallas grandes de las cadenas de Cine Hoyts o Cinemark, siguiendo un modelo conocido en otras industrias como la norteamericana. La tendencia hoy no sólo apunta hacia la pantalla chica tradicional, sino hacia otras más pequeñas, como el Internet, promocionando películas vía Youtube para trasladar el público cibernauta al cine. Eso a ojos de la industria para referirme a la distribución comercial, puesto que el uso de la red ha sido mayormente explotado por la distribución alternativa.

 Y a pesar de éstos esfuerzos, es claro que el público chileno no prefiere sino las súper-producciones extranjeras que harán valer su dinero, donde practicarán el ejercicio de evasión, donde podrán relacionar al séptimo arte (si es que se puede aun denominar así) con otras plataformas como los videojuegos, los cómics, la televisión, los libros, entre otros (siguiendo las tendencias de las películas espectaculares como el fenómeno Marvel en las pantallas, la nueva saga de Peter Jackson de El Hobbit entre otras) o la necesidad técnica de trasladar la pantalla hacia el espacio físico e ilusorio por cierto, del espectador como el 3D, favoreciendo a imperios como el de Dinsey Pixar con sus re-estrenos de animación tridimensionales.

Curiosamente, en los medios se habla de un apoyo casi innato de todo lo que provenga de la industria nacional, incluso del propio público que celebra cada vez que una película chilena es nominada en Festivales como el de Cannes o en premios como los Golden Globe y cosas por el estilo. ¿Dónde está todo ese grupo de personas que apoya al cine chileno? Porque claramente en las salas de distribución comercial no se encuentra. ¿Qué pasa con las iniciativas de apoyo al Cine Nacional? Porque no son suficientes para equiparar u obtener mayores porcentajes de pantalla en los cines de nuestro país.

Medios Digitales: pantallas pequeñas para audiencias individuales

Una audiencia o un público remite a una gran cantidad de personas. Sí, un gran número de personas hoy cada cual en su propia pantalla, en la comodidad de su hogar realizando más de una acción, economizando su tiempo con un costo fijo de pago de Internet que lo permite, ha tomado el protagonismo en el consumo de cine.  ¿La respuesta? Para qué pagar entre $3000 y $6000 pesos para ir al cine si puedo hacerlo en casa y con una mayor variedad para escoger.

La producción independiente ha aprovechado el alcance del Internet para la distribución de sus materiales sin depender de los parámetros fijados por la incipiente industria comercial cinematográfica de nuestro país: libertad de tópicos y formas, presupuestos bajos y en muchos casos regionales (apuntando hacia una identificación del imaginario de provincia v/s la idea de la capital santiaguina,) hechos por realizadores jóvenes con actores conocidos o no. Todo gracias a las tecnologías como el digital, lo que ha permitido la producción a bajos costos, tanto en la captura de imagen como de sonido, además de la multiplicación de Escuelas de Cine a lo largo del país (o bien de la carrera de audiovisual en Centros de formación técnica y Universidades.)

Si bien ésta podría ser una ventana para descubrir “nuevos talentos”, la industria parece seguir obstinadamente tratando de ganar lugar contra los titanes del comercio en vez de apostar por espacios diferentes. Para ellos, el Internet es otro lugar para colgar la publicidad, utilizando plataformas como Twitter, Facebook o Youtube, como los casos de las películas de Nicolás López “Qué pena tu…” y “Joven y Alocada” de Marialy Rivas, versus películas como “Sed de Mar” de Bernardo Quesney.

Salas de Cine Arte: ¿Una línea paralela o alternativa?

Las salas de Cine Arte han sido uno de los sistemas sobrevivientes de una idea de distribución alternativa. Pagando la mitad de lo que pide una sala de distribución comercial, ofrecen películas “alternativas” a lo presentado en las grandes pantallas a lo largo del país, aunque algunas cada vez menos “alternativas” cediendo a las exigencias del mercado. Antiguos teatros, salas viejas y algunas dañadas, escondidas en las antiguas construcciones de los centros de las ciudades, antiguamente proyectaban películas que alguna vez fueron importantes, ya sea por su contenido, su género o su forma, exhibiéndolas con el afán de rescatarlas del paso del tiempo y las tendencias. Hoy se abocan muchas veces a los estrenos europeos y chilenos, un reducto “de nicho” y como alternativa, porque existe una industria que ahoga las ideas del cine como pieza artística.

“El propósito y el sentido de su acción debe ser enriquecer y ampliar las posibilidades de opción del espectador, posibilitando el conocimiento de cinematografías poco difundidas, de obras que las grandes distribuidoras no importan al país por considerarlas “difíciles” o por otras razones.”

Dirección del Centro Cultural Cine Arte Normandie

¿El contra? O más bien la contradicción es que las salas de Cine Arte también se han convertido en un espacio de distribución de Cine Chileno sin diferenciar el género ni al público que apunta, sino que van a modo de rescate abogando la idea de arte en lo diferente. Y no sólo con el Cine Chileno, basta ver la cartelera de centros como el Cine Arte Normandie, donde se han exhibido películas como “La Dama de Hierro”, “Sal”, “¿Alguien ha visto a Lupita?” “Joven y Alocada”, “Midnight in Paris” entre otras.

Hay una delgada línea entre lo que norteamerica denomina “cine independiente” (lo que muchos interpretan como los directores herederos del estilo y las historias de los ’70 en dicho país, o bien como las películas nominadas y ganadoras de Festivales como el hoy muy pop Sundance) y lo que nosotros pensamos como independiente. Acá la industria se ha concebido como independiente, mientras que para los Estados Unidos, es un tipo de comercialización y producción.  Y denominar arte a ese tipo de cine, creo que es un error.

Cine Clubes: Espacios de discusión y educación alternativa en torno al cine

Los cine clubes nacen en su mayoría amparados en instituciones educacionales, gestionadas por estudiantes y/o amantes del cine, con el fin de proyectar películas, construyendo un espacio pedagógico para la formación de audiencias (concepto muy de moda por cierto para las instancias culturales gubernamentales.)

Este espacio si bien ha resguardado la función del rescate de piezas de cine por su carácter patrimonial, su calidad artística y además de los estudios de autores nacionales e internacionales, uno de sus principales fines es otorgar el espacio a la producción chilena independiente para su difusión y reconocimiento. Contando siempre con los permisos de derechos de autor, la idea de estos espacios no sólo es acercar al público con el cine sino también a los realizadores, productores y actores con la audiencia en espacios amparados por la ley para la exhibición gratuita de carácter pedagógico (establecimientos educacionales, instituciones sin fines de lucro, entre otros) de modo que su función retroalimente a la producción cinematográfica nacional independiente, así como a la población espectadora.

La idea de un público activo, participante, con opinión y crítica, diferencia a los otros espacios de difusión porque, si bien el cine club no está pensado como una instancia comercial, sí paga a los artistas con la interacción directa y el debate en torno a la producción fílmica de nuestro país. No se considera en sí como un espacio de exhibición paralelo, sino como una vía alternativa para la preservación del cine que ha sido dejado de lado por los objetivos del comercio industrial. No sólo éstas agrupaciones buscan entregar éste espacio, sino que los propios realizadores son quienes encuentran ahí la cercanía con el público más allá de las cifras de ventas de tickets que puedan hacer las cadenas de exhibición por sus obras.

Parece ser que las vistas están dispuestas hacia los objetivos equivocados, porque se está pensando en la cinematografía en términos que no son los propios ni los adecuados. Los extremos como el Cine Comercial o las Salas de Cine Arte no harán para la distribución cinematográfica un tipo de espectador para el Cine Chileno.

Pensarlo como si se tratara de un género, porque no existe una industria diferenciada de estilos o tipos, como un solo bloque, como una sola forma, eso no favorece a nadie, ni menos a la producción. Los espacios de distribución paralela están desapareciendo a lo largo de nuestro país, porque no son sustentables a partir de su composición, pensados como alternativos, cuando en realidad funcionan intentando equipararse al alcance del cine comercial. Mientras que los espacios alternativos han tomado terrenos más grandes a partir de pequeñas iniciativas: las Universidades están implementando en sus facultades la creación de cine clubes, en alianzas con los centros de estudiantes e instituciones culturales, los archivos fílmicos en alianzas con otras instancias proyectan los patrimonios audiovisuales de sus bodegas. Y hoy se están gestando plataformas para la difusión online de películas tales como la iniciativa de Cineteca Virtual de la Cineteca de la Universidad de Chile (gracias al Fondo de Fomento Audiovisual del CNCA) o Cine Chileno Online de CineChile, que han facilitado el consumo de cine nacional y el conocimiento de la producción audiovisual.

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