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John Waters (Por la Independencia Cultural)

Por: Ana Rojas Didier / 17 de Octubre, 2015

John Waters es un realizador transgresor, valorado por algunos como “El padre del Trash” y el director underground más mítico de todos los tiempos. Esto quizá no solo por las temáticas que trata en sus filmes, sino también el modo en que las abarca; imagen desprolija y personajes grotescos le dan forma a su obra, que con mayor o menor intensidad, muestra siempre una postura satírica y rebosante de crítica social.

Waters conformó un equipo de trabajo habitual para su producción cinematográfica, los Dreamlanders, su equipo tanto artístico como técnico. El término deriva del nombre de su productora: “Dreamland Productions”, y muchos de los dreamlanders originales eran vecinos de Waters de su nativa Baltimore. De hecho Divine, la famosa drag queen que protagoniza muchos de los films de Waters es Harris Glenn Milstead, amigo de barrio del cineasta desde los doce años, quienes vivían a seis casas de diferencia, y se conocieron cuando Harris llegó a vivir a Lutherville, un suburbio de Condado de Baltimore.

Como decía anteriormente, su estilo característico quedó improntado en sus primeras obras, en donde se muestra bajo una estética grotesca,  personajes excéntricamente indecentes en situaciones escandalosas y bizarras. En esa época, se crearon tres clásicos: “Pink Flamingos” (1972), “Female Trouble” (1974), y “Desperate Living” (1977), que conforman la Trash Trilogy (Trilogía de la Basura), con lo cual se posicionó como un realizador que juega con los límites del recato, lo convencional y, desde luego, la censura cinematográfica. En todas ellas, sus personajes retratan a la sociedad estadounidense de los ´70, esa que se enfrentó a la etapa final de la guerra de Vietnam, la crisis político-energética-económica de la industria del petróleo, y el mundo sociopolíticamente polarizado, por lo cual estuvo cruzada por diversos movimientos de reivindicación social, lo que Waters mostró de manera hilarante, tensionando siempre este estilo de vida “americano” de post-guerra.

En “Female Trouble” por ejemplo, se cuestiona la belleza y la fama, y las convenciones sociales que se construyen entorno a estas. O en “Desperate Living” el modo de vivir americano de la época de las mujeres acomodadas. Así es como Waters ha generado una serie de películas bizarras, excéntricas, y ácidas, pero muy directas en mensaje. Que, si bien fueron en su momento mal vistas por la industria, hoy se han transformado en piezas de culto y estudio: por su forma, color, y contenido. En cuanto a forma, Jonh rompe límites también entre la ficción y el documental cuando en la toma final de Pink Flamingos aparece un pequeño perro defecando en la calle y Divine se come el excremento del animal.

Waters, nos muestra muchas constantes en su obra: la autonomía corporal, la identidad propia, y la lucha ante una sociedad que margina e invisibiliza. Y es con respecto a esto que el propio Waters señala: “Yo creo que Pink Flamingos funcionaría mejor como una serie de dibujos animados. Si quitas todo el sexo, te quedas con una batalla de cochinadas… A los niños les encanta Divine, es como un payaso para ellos, ninguno cree que es perverso, simplemente es divertido”.  Pues de alguna manera, los y las niñas son los seres menos normalizados de nuestra sociedad, quiénes aún no son pervertidos con los patrones conductuales ético-morales imperantes, y que enjuician y terminarán modelando y determinando la conducta de ellos y ellas. Por tanto, al ver su obra, estamos frente a un director sumamente crítico, cuyo mensaje pasa también en gran medida por la tolerancia y respeto: “La moraleja en mis películas es: ocúpate de tus asuntos. Tú no sabes lo que causó que alguien actuara como lo hizo. Hasta que lo sepas y hayas oído toda la información, no te metas”.

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