Por: Camila Pruzzo Moyano / 03 de Noviembre, 2015
Te kuhane o te tupuna
Leonardo Pakarati
Chile, 2015
Sección: Primeras Naciones
El Mana, aquel poder sobrenatural dado a los pobladores de Rapa Nui y a los objetos que ellos fabrican a través de su trabajo, se está debilitando. Noe, una anciana de la isla, relata a Mika (hija del realizador) que la falta de esta energía ha provocado el distanciamiento entre los habitantes de Rapa Nui. Muchos de los objetos sagrados para su cultura han sido extraídos para ser comercializados y otros puestos “al resguardo” para futuras generaciones en museos extranjeros, sin el consentimiento de los habitantes de Rapa Nui. Por increíble que parezca, el Moai Hoa Haka Nana’ia (“El rompe olas”) se encuentra en el British Museum de Londres tras su secuestro hace más de 100 años, en la oscuridad de un depósito, lejos de sus orígenes, dejando un altar vacío en la aldea ceremonial de Orongo.
Así como para el pueblo mapuche la lucha se traduce en la recuperación de sus territorios sagrados para la vida en comunidad y el cuidado de la naturaleza, el pueblo Rapa Nui quiere recuperar los objetos propios de su cultura, la magia que se ha alejado de la isla para ser objeto de adoración y estudio de extranjeros que no necesitan de las piezas originales. No sólo el gran Moai (o como también se le conoce, “El amigo robado”) que muestran las imágenes de éste documental ha sido exiliado y privado de su labor simbólica, sino también múltiples objetos como el Rongo Rongo, conocidas como tablas parlantes de Rapa Nui, donde se cree está escrita la odisea de éste pueblo.
¿Qué sentido tiene hoy tenerlas allí? O como decía el propio Leo Pakarati tras la muestra de su obra en el festival “Si ya hicieron todos los estudios, las fotografías, ya los revisaron completos, ¿para qué quieren mantenerlos lejos de su tierra?”. Es la profanación sostenida por una cultura colonizadora, guardando los objetos de su conquista en cajas de cristal, con guardias observando las puertas, con la temperatura “ideal” para que no se degraden. Tener los objetos de un pueblo en un museo es la declaración de su muerte, mostrar las ruinas, sus restos, anunciar su extinción; aquí yace el pueblo Rapa Nui, saqueado, esclavizado, con una interesante y rica cultura que nunca conoceremos. ¿Es importante el acceso al conocimiento y la información? Por supuesto, ¿pero es acaso justo privarle a un pueblo del espíritu de sus ancestros?.
Mika y su abuelo son llevados a Francia e Inglaterra para visitar los museos que guardan como prisioneros a los objetos de su cultura. Casi como si se tratara de un ser humano, al ver el rostro del Moai Hoa Haka Nana’ia, es posible distinguir la tristeza en su mirada, lejos del Océano Pacífico, de la Isla y sus habitantes. Noe deseaba con ansias que aquel guardián regresara a sus tierras, y muere en la espera como muchos otros antes que ella.
Ante la negativa del museo británico por re-patriar al Moai, Leo y su equipo investigan cuánto cuesta en dinero iniciar el proceso por su propia cuenta, pero los valores son absurdos e imposibles de alcanzar. La frustración se extendió por la sala entre los asistentes a la muestra, un silencio amargo cruzó por algunos minutos el espacio. Aún así, Leonardo fue enfático al declarar que su documental no sólo trata de un tema místico y cultural de la isla, sino también del conflicto político con aquellos que trataron injustamente a sus habitantes; los europeos y el propio estado chileno. La lucha de los isleños por conseguir su independencia, gobernar bajo sus condiciones, preservar su cultura y su territorio, luego de que Isla de Pascua fuese utilizada como campo de esclavos, saqueada y maltratada. Hoy Rapa Nui carga con una energía negativa que lucha contra el propio Mana del lugar, que poco a poco se ha escapado hacia otros lugares del mundo, disminuyendo su poder, separando a sus habitantes. Quizás esta necesidad por preservar y regresar objetos como “El rompe olas”, pueda unir nuevamente al Pueblo Rapanui y restablecer la energía que tanta falta les hace. Para luchar posteriormente por otras causas, y para demostrar al mundo que su cultura está viva y que no se trata de otra pieza de museo.