Por: Editor / 08 de Noviembre, 2015
Función 19 de Agosto: Mi Último Hombre (1996) de Tatiana Gaviola
Invitada: Loreto López
Moderadora: Camila Toro Cortez
El día 19 de Agosto a las 18:30 hrs se dio inicio a la tercera jornada del Ciclo “Olvidos y Memorias: Las ficciones de la Transición a 25 años” organizado por el Cine Club Universidad de Chile, en conjunto con la Cineteca de la misma casa de estudios y con el apoyo del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. En dicha jornada presentamos el largometraje “Mi último Hombre” de Tatiana Gaviola, realizada en el año 1996. La función contó con la presencia de la directora, quien participó del cine-foro y compartió algunas reflexiones con el público asistente sobre el contexto de producción del cine en los años 90 y la creación como metáforas sobre la realidad. La película fue presentada por Loreto López González, antropóloga de la Universidad de Chile, y el cine-foro fue moderado por Camila Toro Cortez, miembro del Cine Club Universidad de Chile.
Loreto López: Cómo decir lo que nadie quiere escuchar.
Me pareció en un principio interesante poder revisar estas películas de la primera parte de ésta Transición temprana. Yo había visto “Mi Último Hombre” en los ´90, y la verdad la lectura que tengo ahora (que ya han pasado dos décadas,) ha cambiado, principalmente por mi interés en el estudio de la memoria del pasado reciente, la memoria de la Dictadura principalmente. Entonces, lo primero que quisiera decir es que haré un comentario, una presentación de la película en su condición de artefacto de memoria, que es lo yo podría aportar en esta sesión. No voy a hacer un comentario sobre su calidad cinematográfica, ni comentario sobre el guión o la opción de montaje, etc.
Después de ver la película, en esta segunda oportunidad, la verdad es que me sorprendió muchísimo, porque creo es una película que todavía considero, que para la memoria que se hace más visible y que tenemos más a la mano en el espacio público sobre este pasado reciente, la película resulta completamente anticipada. Considero que incluso hoy tiene un cierto anacronismo, no porque esté pasada de moda, sino porque está como desfasada respecto del contexto de memoria en el que se ubica, en el que surge.
Piensen que el año ’96 ni si quiera se ha detenido a Pinochet en Londres, entonces se habla de cosas que incluso hasta el día de hoy no se hablan públicamente, no aparecen, lo que no quiere decir que estén olvidadas. Me parece que la película aborda un conjunto de experiencias complejas que, desde mi punto de vista, se trata de una memoria que ha estado silenciada e invisibilizada. De hecho, como les decía, me resulta incluso sorprendente que lo que ella cuenta, lo que cuenta la película, lo haya podido contar el año ’96, principalmente porque el recuerdo no surge de un vacío, ¿no?, los recuerdos surgen cuando hay un contexto que les permitan ser contados, donde hay una escucha. Alguien que está disponible para escuchar esa versión del pasado, o esos recuerdos. En el año ’96 no hay un contexto muy favorable de escucha social, de lo que aparece en la película, entonces por eso me parece sorprendente y, muy incipientemente, podemos decir que en el presente hay un cierto contexto favorable para ver y entender lo que ahí pasa.
Yo diría que aunque las obras cinematográficas, así como otras producciones artísticas, no siempre hacen referencia a la realidad, para mí la verdad, es que está película sí tiene un referencialidad, (que había que preguntárselo también después a la directora,) si realmente estaba pensando en alguna situación, en alguna experiencia de la que supo o vivió, o vio.
Para mi gusto, esa referencialidad es un evocación de un momento de la descomposición de las agrupaciones o movimientos que durante la dictadura, en los ’80, optaron por resistir y combatir al régimen por la vía de las armas o, como se diría, utilizando la violencia. Me parece que justamente eso es de lo que trata la película. O sea, un momento post dictatorial en el que hay una descomposición. Efectivamente hay un recurso, un cierto paisaje, esta cosa post apocalíptica que se muestra en la película. Las opciones estéticas de música, de luces, de escenario, incluso de diálogo, que evocan mucho la fragmentación, en un contexto que se está descomponiendo.
Y ese es un tema que no está abiertamente tratado, (al menos yo que estoy vinculada al tema de la memoria,) son experiencias que no están puestas públicamente, sino que cuesta decirlas. La violencia está castigada por el Estado, entonces el único que puede ejercer la violencia es el Estado. La película está poniendo un tema que es complejo, que es el reconocimiento. Por eso digo que en un escenario en donde no había mucha escucha para ese tipo de experiencias, entonces lo pone de una manera yo diría muy alegórica.
Hay una manera de hablar de eso que es muy alegórico también, yo creo un poco determinado por el contexto. Evidentemente no es una película realista, entonces no nos está mostrando acciones armadas. Trata de este tema difícil que es la descomposición y desarticulación de las luchas, pero también de un mundo que se estaba cayendo a pedazos, o sea es un mundo que ya se está descomponiendo, donde hay una mezcla de lenguajes, de sujetos, de personas. Y es un mundo que es cruel, porque están los antiguos soldados de la guerrilla popular que han pactado ya con el poder. Supongo que es también el después del año ´88, ´89, ´90. Y estos antiguos soldados que han pactado con el poder, se han legalizado, pero siguen recurriendo a sus antiguas estrategias.
Pero esto ha sido y sigue siendo un tema tabú. O sea uno no ve mucha gente, y ya ha pasado ¿no? En las noticias, a veces. Que si Teilier, qué participación tuvo en el atentado a Pinochet, entonces inmediatamente se encienden las alarmas. “No la violencia, no, no”. Nadie tenía que ver con la muerte, con la sangre, con las armas. Esta parte no hay que decirla, hay que tratar de estar lo más limpio de ese tipo de experiencias. Entonces sigue siendo un tabú hablar de eso. Y sigue siendo un tabú no tanto hablar de la violencia en general, sino hablar de la violencia desde un lugar distinto, distinto al de quien padeció la violencia de Estado sin contestarla. O sea, la gente puede hablar de la violencia cuando la padece, pero no puede hablar de haberla padecido y hablarla contestado. Eso todavía es difícil. Ahí no hay un espacio público que permita hablar de ese tipo de memorias. Y eso es propio de la Transición.
Por ejemplo, ¿ustedes saben cuántos son los hermanos Vergara Toledo que mueren durante la Dictadura?, ¿dos? Tres. Claro, Rafael y Eduardo mueren en Villa Francia, y bueno, en homenaje a ellos tenemos el Día del Joven Combatiente. Pero Pablo, Pablo muere el año ’88 junto con Araceli Romo, y de ese hermano no se habla mucho. Él, luego que mueren sus hermanos, ya había optado por una opción armada. Y como muchos otros, son los que mueren explosionados. Me parece paradigmático ese caso. Tenemos dos hermanos que públicamente dan con este perfil de la víctima de la violencia política, indefensa, porque fueron agarrados en Villa Francia. Y después tenemos a este otro hermano el ’88, que además al mes siguiente del Plebiscito, que eso también es controversial. En ese terreno, entre el Plebiscito del 05 de octubre y las elección presidencial y el 11 de marzo del ’90.
Ese caso es increíble, justamente para ver el silenciamiento que hay sobre ese tipo de experiencias. O sea, los que tomaron las armas no, pero los otros sí, entonces eso es interesante. Por eso yo creo que la opción, diría narrativa y estética de la película, está bien adecuada a ese escenario de posibilidades que tenemos el año ’96. Pinochet todavía no ha sido detenido en Londres, es aún Comandante en Jefe. El ’98 pasa al Senado, y a fines de ese año lo detienen. Entonces tenemos un escenario, y por eso a mí me parece la película súper adelantada, diría más bien anacrónica, porque todavía es una película que uno la ve y hay gente como que se movería en su silla, digamos, porque es raro estar poniendo estos temas tan públicamente. Claro que como ella lo hace con ese lenguaje, no es tan directo.
¿Cómo decir lo que nadie quiere escuchar, cómo hablar de lo que muchos susurran, cómo contar un proceso que está en pleno acontecimiento?, porque además recordemos el año ’96 está ocurriendo la descomposición de los grupos armados, y no necesariamente por descomposición espontánea. Está ocurriendo porque hay una persecución ejecutada por la Transición, el primer gobierno de la Concertación, contra los grupos armados que no aceptaron deponer la lucha el año ’90. Entonces, ¿qué tenemos? Hay una continuidad entre los organismos represivos de la Dictadura, y los organismos de seguridad de la democracia, a través de esto que se llamó el Consejo Asesor de Seguridad Pública, más conocido como “La Oficina”.
Nadie ha hecho una película de eso. El año ´91 es asesinado Jaime Guzmán; el año ’93 ocurre la “Masacre de Apoquindo”; ese mismo año, el asesinato de Norma Vergara, que son fechas que a lo mejor no son tan emblemáticas, no son casos tan conocidos. Pero la “Masacre de Apoquindo”, este grupo juvenil “Lautaro”, que asalta el BancoEstado, (el banco del Estado), que está ahí a la salida del Apumanque, y se suben a un microbus, se parapetan allí donde habían pasajeros, y llegan los “pacos”, y acribillan el vehículo. ¡Y eso en el gobierno de Aylwin!.
Entonces de los subversivos, pasamos a los extremistas, de los extremistas a los terroristas, a los antisociales, a los “anarcos”, los “okupa”, los “capuchas”, o directamente a los delincuentes. Esa es la secuencia que se sigue desde los ’80 hasta ahora.
Éstas son memorias difíciles, y lo son no sólo porque persiste el tabú social sobre la violencia, sino también entre quienes optaron por la lucha armada, la Transición es también un trance. Es la fragmentación, la delación, la traición, a la que se refiere justamente uno de los personajes de la película (Luisa). Cada cual tendrá que hacer su revisión histórica, y ésta no es fácil en condiciones de orfandad, que es algo que muchos ex militantes de estas agrupaciones nos ha tocado escuchar. O sea el ’90 se produce una orfandad, la gente queda un poco, como dicen ellos, “por su cuenta”.
Esa revisión histórica incluye mirar la descomposición de las agrupaciones armadas, y los distintos caminos que pudieron haber seguido sus militantes, lo que incluye una posible ruta delictual también, o la reconversión de la violencia hacia otros fines más banales. ¿Qué es el personaje de Francisco Reyes en “Prófugos”? Un ex revolucionario de la lucha armada, reconvertido en sicario, en operativo de un grupo. Eso es ficción, pero puede que no. No hemos explorado esos caminos. No todo es tan heroico y romántico.
Y entonces pienso que quien mejor puede abordar estas memorias difíciles justamente es la producción artística: el cine, la literatura, la dramaturgia, que anteceden a toda esta cosa de los estudios de memoria, es cosa tan académica que hace uno en la Facultad de Ciencias Sociales. Es la gente que hace cine, arte, dramaturgia. La dramaturgia se ha adelantado bastante, vean esas obras de teatro sobre el problema de la delación, y de la traición al interior delas agrupaciones opositoras al régimen. Eso está trabajado en varias obras de teatro, y la literatura también. O sea, tienen mucha más facilidad para poder abordar esos temas creo yo.
Yo desconozco si existen otras películas que traten sobre las opciones armadas, pero yo creo que aquí hay una rica fuente, además para películas, y no vean esto como una banalización, pero yo creo que aquí hay una rica fuente para películas de acción derechamente. Yo no sé si aquí algunos de ustedes se ha puesto escuchar un relato de alguien que estuvo en la clandestinidad, con todo el trance que eso significa, pero son realmente personas puestas en situaciones extraordinarias, y lamentablemente como que nadie agarra eso, no sé si por miedo a banalizarlo, o porque son cosas que no se pueden tocar, es como algo muy sagrado. Siempre esa posición doliente.
Pero me parece que hay distintas maneras de representar o de ficcionar, no estoy hablando de un documental, estoy hablando de una película de ficción. Pueden mostrar también esas opciones. O sea a mí me llama mucho la atención, por ejemplo, que no se hagan películas con el componente de acción que tienen todas esas historias. Hay guiones que podrían ser súper potentes. El fallido atentado a Pinochet, pero muchas más. Yo me di cuenta de eso cuando trabajaba, años atrás, en la Villa Grimaldi, y teníamos un convenio justamente con el ICEI, para hacer un archivo testimonial audiovisual. Y una de las cosas que se hacían, bueno, era una entrevista que se grababa, y después se hacían unos discos, para poder verlos. Y de una salían unos 3, 4 discos, dependiendo del largo del testimonio.
Nosotros los teníamos que revisar siempre, verlo todo para que no hubiesen errores de edición. Entonces como habían varios, a mí me tocó visionar el testimonio de una mujer del MIR, y eran cuatro discos, y la persona que le puso los números a los discos, intercambió los números de los últimos, entonces al “3” le puso “4”, y al “4” le puso “3”. Yo termino de ver el disco número “2”, que además queda cuando justo los van a agarrar en Viña del Mar. Han venido escapando desde Santiago, ella describe toda la situación de vivir en la clandestinidad, además de juntarse con gente con la que en realidad no había vivido, viviendo en un departamento, etc. Llegan a Viña del Mar, son las doce de la noche, están en un bar y se corta la cinta, se corta la grabación, y tú te quedas en suspenso. Y pongo la número “3”, que en realidad era la “4”, y la mujer está hablando de la democracia, la decepción de la Transición, y se interrumpe una vorágine, que mirado así muy desde fuera, era una película de acción. O sea, lo que ella estaba narrando, con todo el dramatismo obviamente biográfico que tiene eso, y además de realidad, porque efectivamente fueron detenidos, fueron llevados a Villa Grimaldi.
Recién ahí me di cuenta, viéndolo, no leyéndolo, o sea el poder de la imagen. Viendo solamente la gestualidad en ella, la tensión en la voz, todo, que eran efectivamente películas de acción. Y me llama mucho la atención que en general eso no se agarra. Ahora, yo puedo entender una lectura de porque esas experiencias no están, porque que tiene que ver con esto, con la dificultad de hablar, de poner en el espacio público la opción por la lucha armada, y la opción por la violencia, la violencia resistente y la violencia contestataria, y la violencia que nadie se atrevería a decir legítima. Y hoy día yo creo que serían temas que tendrían un poquito más de escucha por lo que está pasando en el Sur, lo que pasa con las movilizaciones sociales, porque hay una vuelta de tuerca, hay una mayor receptividad de la violencia que viene desde la sociedad civil, la desobediencia civil, la respuesta.
Por lo tanto yo los entusiasmo, los conmino a revisar esas historias y mirar si hay alguien que le interese hacer algo con eso, ponerlo de una manera, porque creo que esta película está muy huérfana y muy adelantada a su tiempo, no tiene un contexto que le haya permitido ser escuchada. Entonces está poniendo algo que era muy difícil de escuchar en esa época, y que creo que lo sigue siendo, pero que hoy el contexto ha mejorado un poco, entonces véanla con esas líneas. Y obviamente bueno, los comentarios que tendrán después con la directora de sus opciones, lo pueden ver con ella, pero yo incluso entiendo esas opciones que ella hace, del tipo de diálogos, esa fotografía, ese escenario, esa ambientación. Me parecen que se corresponden mucho con lo que se podía también decir y hacer en ese momento.
Transcripción por Carlos Molina González