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Crítica: «Pan de Azúcar» de Hermes Paralluelo

Por: Daniel Miranda A. / 30 de Septiembre, 2015

Jujuy, Argentina. El norte grande del país vecino tiene entre sus características, el desierto. Allí Pedro Sumbaino trabaja como vigilante en la mina “Pan de Azúcar” desde su cierre hace más de quince años. Sin embargo, aunque hace siete que no le pagan, Pedro realiza su rutina día a día en la mina abandonada, camina observando cada sitio con cierta autoridad y también con cierta nostalgia. Entra a los talleres y allí enciende una radio donde emite las frases de su presencia en el lugar, esperando quizás alguna respuesta.

En la soledad, Pedro continúa su rutina negándose a la verdad que no quiere observar, el paso del tiempo.

Con una cámara que observa fijamente el abandono del lugar -techos averiados, goteras o la oscuridad del taller central- y otra que sigue los pasos de Pedro, el realizador Hermes Paralluelo intenta con este cortometraje hacer un retrato de la soledad humana y los sueños olvidados con el paso del tiempo. Temáticas que le darán la forma e identidad al director como autor.

A lo largo del paso del tiempo del cortometraje, vemos a Pedro realizar un pequeño ritual de bendición de este espacio Planos cerrados de su rostro, que con pequeñas plegarias a un ser superior piden que cuide del lugar. La bendición realizada como un acto de sincretismo entre raíces indígenas y cultura cristiana: la hierba que se quema y emana su humo como despojador de todos los males, el vino de la limpieza, la cerveza batida lanzada como pureza, se entrecruzan con las palabras de Pedro quién ve en este ritual una esperanza para recuperar un pasado que no volverá.

En una entrevista a Paralluelo, señalaba que “la esencia de las personas aparece cuando desaparece la intención”. Quizás esa frase define la imagen que quiere proyectar con esta película, la búsqueda de una naturalidad de puestas en escena que dejan de lado el cálculo del mecanismo cinematográfico, para dar paso a una imagen que nos evoca un discurso transparente que apela al corazón.

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