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Artículos Crítica + Opinión

ESTRENOS Gringo Rojo: Archivo y tiempo alterno

Por: Luis Horta / 26 de Marzo, 2016

El documental “Gringo Rojo” narra la historia de Dean Reed, cantante pop que, gracias a las casualidades del mercado, se hizo famoso en Chile durante los años sesenta, impactando tanto a la empaquetada revista Ecrán como a las agitadas calcetineras de la época. Sin embargo, y para arruinarlo todo, Reed conoce las poblaciones marginales, los sindicatos obreros y los dirigentes sociales, transformándose en un activista de izquierda y abanderizándose con los cambios sociales que el país comenzaba a experimentar. Apoya activamente la candidatura de Salvador Allende, asiste a protestas populares e incluso «lava» la bandera de los Estados Unidos frente a la embajada. Tras  el golpe de estado de 1973, Reed se radica en Europa del Este cantando su rock and roll febril frente a la rubia muchachada del otro lado del muro, que escasamente conocían del delirio que la industria musical ya se encargaba de globalizar. Su conciencia social lo lleva a dirigir una curiosa película en homenaje a Víctor Jara (“El Cantor”, 1978), alternándose con roles protagónicos en spagetti westerns y visitas a Nicaragua, Cuba y otros países del denominado “Tercer Mundo”.

Esta historia anecdótica le sirve al cineasta Miguel Ángel Vidaurre para dar cuenta de los procesos subterráneos que transitan por la gran historia, estableciendo un relato que desacraliza a una comunidad setentera valiéndose de recursos tan pop como el videoclip, la gráfica, el rock and roll y la estética kitsch. Desde su inicio el documental es una provocación formal que mezcla dos territorios casi infranqueables del periodo, como son la siempre sacra puesta en imágenes de la izquierda chilena con la sensibilidad popular. Esta estrategia se transforma paulatinamente en una lectura personal del autor sobre la utopía y -por cierto- la decadencia de un imaginario fundado en la imagen. Dean Reed, en su ingenuidad gringa, convierte a Chile en el paraíso perdido de la identidad y la pureza, erigiéndose como un adalid en la defensa de los desposeídos y estableciendo con ello una vinculación con lo popular que no necesariamente pasaba por el muralismo o la Nueva Canción Chilena, como se ha instalado en el inconciente colectivo. Paradojas de la vida, Reed se transformó en su propio personaje, un vaquero que hablaba en alemán y cantaba canciones de protesta, las cuales alternaba con sus primeros hits radiales: un híbrido que mezclaba el imaginario marxista con un azucarado pop que, curiosamente, despertó el fervor de la gente.

Miguel Ángel Vidaurre reafirma en esta película una especie de declaración de principios sobre su visión de mundo, proyectando un universo tan heterodoxo como posmoderno, que atraviesa el western (el libro “El héroe y el umbral” de 2002), el cortometraje (el libro “Apología a la fragmentación” de 2004) hasta las películas fantásticas (la duología “Oscuro/Iluminado” de 2008 y “Limbus” de 2009). Parece ser que la obsesión por los insterticios aún inexplorados de la historia, y particularmente de la Unidad Popular, han inquietado a este cineasta en sus dos últimos proyectos, ya sea en “Marker ’72” -con la visita a Chile del cineasta Chris Marker-, como ahora lo hace con “Gringo Rojo” (2016), un delirio que se vale únicamente del material de archivo y el montaje para instalar un nuevo relato sobre la UP. La estrategia desecha contar una gran historia precisamente para acercarse a la pequeña anécdota que ha sido invisibilizada, tal como ocurre con un registro en la Universidad de Chile durante la dictadura en que Reed, clandestino, entona el himno «Venceremos» horas antes de ser expulsado del país. Pura alteridad que no tiene como fin historizar, sino establecer una escición del tiempo histórico a partir del enfrentamiento de la gran épica con el pequeño gesto inútil que una cámara transformó en una proyección de tiempo que quedó almacenada durante décadas, olvidada sin que a nadie le importara. La crítica es interesante: ¿Qué hay en esas imagenes que fueron desechadas por un sistema inocuo, que únicamente instrumentaliza su memoria de acuerdo a los vaivenes del interés comercial, político o social?

Más allá de la excentricidad y la anécdota, “Gringo Rojo” es  una reflexión sobre los medios y la imagen en el mundo contemporáneo. El archivo se convierte en un detonante del «nuevo mundo», vestigio de una realidad tan permeable como condicionada a la mecánica del cine. Desde ahí emerge un sujeto ahistórico, determinado por su auto construcción y que termina convertido él mismo en propaganda marxista, para finalmente morir en extrañas circunstancias e invisibilizado por quienes lo levantaron. Con ello, una película aparentemente amigable y divertida, se convierte en una particular reflexión sobre los sujetos convertidos en objetos de un modelo cultural contemporáneo, en donde “todos somos imagen”, y por lo mismo efímeros y olvidables.

El archivo constituye la alteridad de un relato hegemónico, pero no lo hace sino para constituirse en otro relato que a su vez emplea la imagen como si se tratara de materialidad maleable, con la que se intenta dar forma a un proceso histórico imposible de aludir únicamente con la palabra. En esta persectiva, resaltan los testimonios de Agustín “Cucho” Fernández y José “Pepe” Román, quienes convivieron con Dean Reed en su minuto de fama, aunque sus intervenciones sirven nuevamente para desarticular una lectura lineal de la historia, exponiendo un testimonio subjetivo sobre el vacío de la imagen y el extrañamiento que provoca un ídolo pop en el marco de la revolución, abordándolo desde la desacralización del ídolo teenager.

El documental de archivo es una técnica contemporánea que toma conciencia de la materialidad de la imagen, desecha el rodaje y construye con pequeños fragmentos una lectura sobre lo real que aparece en los márgenes de la historia valiéndose de películas huérfanas, noticieros, reportajes de TV e incluso archivo doméstico, extremando los recursos del montaje para resignificar artefactos visuales de diferentes procedencias. El archivo se convierte en una fuente documental subjetiva, no académica, y cuyas desprolijidades deben ser leídas en amplias dimensiones precisamente por que surgen desde la producción mecánica e industrial. En «Gringo Rojo» emergen archivos poco conocidos o que se encontraban abandonados, detonando en su puesta en relato un mundo novedoso y problemático, el cual conflictúa al documento oficial con la paradoja de haber sido en otra época también parte de una oficialidad establecida. Así, la lectura sobre lo efímero de un modelo cultural hace directa alusión a los modos de auto construcción visual y la fagilidad de la imagen. En este caso, la ambivalencia del archivo construye la riqueza de un relato que pasa desde la ironía hasta la amargura sin mayores transiciones: ¿Qué llevó a que un rockstar gringo se transformase en la cara visible de la revolución marxista?.

“Gringo Rojo” no propone respuestas, sino preguntas estéticas sobre una comunidad dual, la cual se ha situado entre el consumo y los modelos hegemónicos de representación. Pero aún así la imagen es banal: aquello que alguna vez fue oficialidad hoy se transforma en los desechos de la cultura de masas.

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Artículos Crítica + Opinión Especial: Dossiers + FICValdivia 2015

Right Now, Wrong Then; La belleza de caer en un engaño

Por: Camila Toro Cortez / 04 de Noviembre, 2015

Right Now, Wrong Then

Hong Sang Soo

Corea del Sur, 2015

Sección: Gala

 “Los grandes conceptos, como la realidad, pueden destruirte, pero son los pequeños objetivos, como estar en la realidad, lo que me hace útil”[1]

Hong Sang Soo

La austeridad es una de las primeras cosas que reconocemos cuando nos enfrentamos a una película de Hong Sang-Soo, el presunto minimalismo que se apodera de la puesta en escena, oculta una compleja arquitectura narrativa de relaciones y variaciones del mismo hecho, arrastrando a sus mismos protagonistas a ser víctimas de una elástica trama.

La última entrega del afamado realizador coreano “Right Now, Wrong Then” (2015), llega a darle un toque de simpleza y humildad a la programación de la última versión del FICValdivia, planteando que es posible hacer un cine de autor de cierta complejidad catalizado desde algo tan pequeño como un encuentro casual. Sirviéndose de elementos del a veces mal visto género de comedia, el realizador desnuda la complejidad de las relaciones amorosas y sociales. De esta manera Hong Sang-Soo se transforma en un subversivo que, en un aparente tono ligero, se revela frente a los clichés y fetiches de la realización cinematográfica contemporánea.

Quien ha tenido la posibilidad internarse en la cinematografía de este autor, advertirá un cierto patrón similar, una especie de receta de cómo configurar los elementos que dan forma a sus entregas. Este descubrimiento es un arma de doble filo para muchos realizadores, transformándose en un vicio que congela las posibilidades narrativas– Woody Allen es el caso más emblemático de esta situación-.  Por su parte Hong Sang-Soo habita la repetición, transformándola en un elemento narrativo primordial, siendo la variación de una misma idea el mecanismo que edifica toda su filmografía; la libertad del individuo versus las convenciones sociales.

Uno de los elementos que impregnan de cierta ligereza el cine de este realizador es su dispositivo narrativo; el famoso chico-conoce a- chica, donde un encuentro causal amoroso es el catalizador de una progresión dramática cargada de situaciones incómodas y desilusiones amorosas.  La fascinación por este dispositivo tiene su fuente en uno de los productos más exitosos de la cultura coreana actual; los dramas coreanos o K-Drama[2]. Estas telenovelas se han convertido en unas de las primeras mercancías culturales de exportación del país del asiático, siendo la línea de la comedia romántica la más exitosa de ellas.
Consciente del interés del gran público por estas ligeras historias de amor, el realizador utiliza el enganche amoroso para desnudar los vicios morales de la sociedad actual, tomando el momento de la conquista como el eje central de este desplazamiento, debido a que en este acto siempre hay un impulso por el engaño, una necesidad de ocultamiento para invisibilizar una inseguridad.

Todas estas obsesiones que singularizan el cine de Sang- Soo vuelven a tomar forma en Right Now, Wrong Then (2015), largometraje que ayuda a cumplir una deuda de FIC VALDIVIA, al ser el primer film del realizador que es exhibido por este certamen luego de veinte años de exitosa trayectoria. En esta entrega se nos presentan dos variaciones del mismo encuentro; Ham Chunsu es un director de cine independiente quien se encuentra en la ciudad de Suwon para presentar su última película en el marco de un festival de cine. Al llegar un día antes del comienzo del certamen, decide vagar por la ciudad. En su recorrido conoce a Yoon Heejung, una atractiva pintora que luego de titubear decide ir a tomar un café con él. La intimidad y cercanía que estos dos extraños llegarán a desarrollar dependerá del grado de engaño que exista en el momento de la conquista. Es así como Hong Sang-Soo nos presenta dos maneras de conocer a alguien: una honesta y la otra no tanto.

La figura del director de cine es otro de los elementos que frecuenta el trabajo del realizador coreano, lo interesante es que la construcción de este personaje radica en el patetismo y torpeza, la imagen del éxito se transfigura para plantear las inseguridades de un hombre común y corriente. Por su parte la posición de extranjería y la sensación de genio incomprendido que carga Ham Chunsu provocarán una  intensa pasión poco sutil hacia Yoon, una mujer con la cual no tiene mucho en común. Más allá de una atracción amorosa, lo que une a estos personajes es la búsqueda de aceptación, es así como este constante cambio de discurso de los personajes se vuelve completamente verosímil.

Esta flexibilidad de acción radica en la libertad que el director impregna en sus protagonistas. Una emancipación que sólo es posible cuando las capacidades sociales y el sentido común están suspendidos por el exceso de Soju[3],  porque en el universo de Hong Sang-Soo, la borrachera es el catalizador que permite que aparezca lo real del personaje, alejándonos de una construcción ficcional. Este gesto permite acceder a lo más íntimo del héroe, la falta de pudor sirve como puente hacia el espectador, quien entre tanta naturalidad se sentirá como uno más de los participantes de esa mesa repleta de botellas de Soju vacías.

La naturalidad y la verosimilitud de los personajes, es uno de los grandes logros de Right Now, Wrong Then, que sólo se hace posible gracias a un dedicado trabajo de dirección actoral y una lúcida estrategia de registro, que el realizador coreano ha perfeccionado desde los inicios de su carrera. Esta táctica se basa en la importancia de no interrumpir el flujo dramático de la escena, los actores serán libres de improvisar y extender la acción sin estar mediados por el trabajo de cámara. La variedad de planos se realiza desde la misma óptica, manteniendo una distancia física con los actores al momento de filmar, permitiendo así una mayor intimidad entre ellos. De esta manera el vistoso zoom que parece invadir bruscamente ciertas escenas es utilizado como vehículo de ritmo, alejándose de la clásica retórica de acentuación.

Al analizar la estructura general del metraje, damos cuenta que existen elementos que corresponden a visiones propias de la idiosincrasia del realizador, éstas no responden necesariamente una realidad concreta.  Las variaciones que sufre la historia están ligadas al comportamiento de Ham y el cómo Yoon valida su conducta, presentándonos así una visión estándar de las relaciones amorosas. Por otro lado, el largometraje se sustenta bajo un impulso por la moraleja, constituyéndose como una gran lección moral, sobre la sinceridad y los cánones de integridad actual. Estos elementos no dificultan la verosimilitud de la obra, pero si nos hablan de la personalidad del mismo realizador y la manera en la cual entiende el cine.

Uno de los elementos que si provocan dificultades en el visionado del film corresponde a la sutileza de las variaciones entre las versiones de este encuentro, muchas de estas no aportan un cambio concreto en la situación, obligando a los espectadores a ver una misma escena dos veces sin cambios tan evidentes, lo que termina perturbando el ligero ritmo del metraje.

Pese a estos pequeños inconvenientes, esta última entrega sigue respondiendo al estilo característico que ha impulsado a Hong Sang-Soo como uno de los autores más singulares del este último tiempo. Una genialidad y un original sentido del humor que ha pulido durante dos décadas de trayectoria cinematográfica, que finalmente llega al connotado certamen del Calle Calle. Pese a que Right Now, Wrong Then (2015)no es su mejor entrega, reafirma la humildad de su creador, quien desde pequeñas historias nos plantea que es posible tocar grandes verdades.


[1] Entrevista publicada originalmente en el libro: El director desnudado por sus pretendientes; El cine de Hong Sang-Soo (Juan Manuel Dominguez, ed). Ed.BAFICI; Buenos Aires, Argentina, 2013

[2] Exitosas series de televisión realizadas en Corea del Sur, conocidas mundialmente gracias a la llamada ola coreana que ha permitido replicar el éxito de los productos culturales asiáticos en gran parte de Latinoamérica.

[3] Destilado de arroz producido en Corea del Sur, corresponde a la bebida alcohólica más popular del país asiático.

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Artículos Crítica + Opinión Especial: Dossiers + FICValdivia 2015

Mover un río: El rescate de una lucha

Por: Camila Pruzzo Moyano / 04 de Noviembre, 2015

Mover un río

Alba Herrera

México, 2015

Sección: Primeras Naciones

Los antepasados siempre nos dijeron eso(…), que los blancos o los que tienen dinero, iban a tratar de robar el agua.”

Un viaje audiovisual por las tierras de Sonora, uno de los 32 estados que componen México, se transforma en una señal para los habitantes de todo Latinoamérica; los gobiernos y la economía están destruyendo nuestro ecosistema. La tribu Yaqui asentada originalmente en el río del mismo nombre, ha sufrido al igual que muchos de los pueblos originarios del continente el maltrato, la persecución e incluso el exilio por parte de las potencias colonizadoras europeas y posteriormente, por los gobiernos internos, en éste caso el gobierno mexicano. Tras siglos de lucha y peregrinación a los territorios de Sonora de los que fueron expulsados, los Yaqui han podido establecerse en pequeñas comunidades para preservar su cultura y sobrevivir a las condiciones que la modernidad les ha impuesto a sus paisajes y su desarrollo. El río Yaqui en gran parte se encuentra seco, ausente, y eso se refleja no sólo en el déficit de producción en la agricultura y la alimentación del ganado que maneja la tribu, sino en sus condiciones de vida. En algunos sectores es aún más dramático; lo único que llega a esos suelos, son los residuos contaminados del agua utilizada por las industrias en Sonora y su capital Hermosillo.

Estamos atados de las manos, porque con ésta agua, no se puede hacer nada. (…) ¿Y por qué el gobernador quiere llevarse agua a Hermosillo, haciendo un acueducto, si no hay suficiente agua?”

El documental de Alba Herrera “Mover un río” es quizás una de las obras más potentes de la Selección de Primeras Naciones que se exhibieron en el Festival Internacional de Cine de Valdivia éste 2015. El documental trabaja desde la tribu como si el equipo audiovisual fuese uno más de la comunidad, de forma sencilla, reflejando el carácter del movimiento Yaqui y sus manifestaciones. Pero además, carga con un discurso político sobre los pueblos originarios y la ecología, el daño actual de la tierra y la ausencia del agua, registro de un pueblo que se niega a desaparecer y lucha no sólo por su reivindicación, sino por el estado deplorable de los territorios en los que habita. Un documental que se transforma en documento de una lucha que no debe extinguirse, sino contagiarse a otros, entusiasmar a México y a Latinoamérica. 

El lenguaje cinematográfico a través de su naturalidad, representa la lucha de un pueblo pacífico opacado por la precariedad del desierto, la cotidianeidad sumida en lejanía, el abandono del gobierno en sus labores de protección. El gobierno regional de Sonora se encarga de visibilizar el conflicto poniendo en contra a la comunidad de aquellos que quieran evitar el acueducto, criminalizando las acciones de los Yaqui a través de los medios de comunicación.

Mover un río” declara una intensión de movimiento, de fuerza, de necesidad.  Más aún cuando dos de sus dirigentes fueron injustamente acusados, víctimas del montaje político y detenidos por el gobierno mexicano, como reza el texto con el que concluye el documental. No es sólo el viaje audiovisual de quien mira por primera vez hacia las entrañas de su propio país, no es una postal del desierto de Sonora. Es el rescate de una lucha que no debe acabar sin el beneficio de los olvidados, de los desprotegidos

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“Las Mil y Una Noches” de Miguel Gomes: La ficción como un mecanismo de realidad

Por: Camila Torres Cortez / 03 de Noviembre, 2015

Las mil y una noches

Miguel Gomes

Portugal, 2015

Sección: Cineastas Invitados

En el famoso cuento “Las Mil y Una Noches” Scheherezade debe tejer sus inconclusas historias cada noche, alimentando la ardiente curiosidad del sultán con maravillosos y épicos relatos. En “Las mil y una noches”  de Miguel Gomes, Scheherezade también nos atrapará con increíbles hazañas de singulares héroes, los cuales  deberán enfrentarse a los residuos que dejó una política de austeridad financiera  implementada por el gobierno de Portugal durante el 2013, llevando al país a una de las peores crisis económicas de su historia.

Con este ambicioso proyecto de más de seis horas de duración, el FICValdivia presenta por primera vez una muestra dedicada a Miguel Gomes, uno de los realizadores europeos más originales y lúcidos de panorama del cine contemporáneo.  El realizador portugués llega a la última versión del certamen después de alcanzar un gran éxito con sus premiados metrajes “Ese querido mes de agosto” (2009) y  “Tabú” (2012), en los cuales los elementos de ficción, poesía y realidad conviven en una misma estructura de corte satírico.
Estas obsesiones vuelven a reconfigurarse en “Las Mil y Una noches” (2015), el film se compone de relatos  de ciudadanos portugueses que  se vieron enfrentados a las más insólitas situaciones debido al manejo negligente del gobierno de Portugal frente a la crisis que azotó el  viejo continente. Según Gomes, estas historias llevaron a sucesos tan absurdos que solo podrían ser parte de una ficción.

El film está divido en tres actos; Inquieto, Desolado y El Encantado, los cuales comparten una interdependencia de estilo narrativo. En el primer capítulo nos encontramos con el mismo Gomes, quien atormentado por el rodaje de la película descubre  en Scheherezade el mejor dispositivo para catalizar estos relatos.  Gomes señala “Han pasado cosas tan absurdas en mi país que la gente solo se las puede creer si se las cuenta Scheherezade”, de esta manera el film realiza una operación singular, tomando prestada la estructura de las Mil y Una noches, para desgranar la crisis desde la microhistoria, dando cuenta que hay otras formas de realizar una lectura crítica  de la realidad  sin caer en la obviedad del cine de denuncia.

Para quienes se encontraban ajenos al trabajo del Miguel Gomes, los primeros minutos de película podrán haber transportado a un mundo completamente absurdo e irrisorio cargado de presunta ingenuidad. El gesto de Gomes radica en llevar al espectador a un lugar seguro, utilizando el humor y sátira como el mejor dispositivo de catarsis, encarándonos a través de sus artimañas de ficción la  descarnada verdad de la estupidez  humana. Lo cierto es que el cine de Miguel Gomes está lejos de ser ingenuo, en aquel tono absurdo esconde una lucidez mental impecable, que confirma que el verdadero artista es el que es capaz de otorgar forma a la complejidad de la realidad humana.

Al realizar una lectura de la trilogía de Gomes desde su unidad, damos cuenta que el collage de historias del cual se sustenta aparece de la mano de un pastiche de variados recursos narrativos, los cuales muchas veces en vez de enriquecer el grosor del relato lo mutilan destruyendo la unidad. La más clara manifestación de éste vicio lo encontramos en el último capítulo “El Encantado”, donde el relato esta mediado por una infinidad de texto que impide la fluidez de la narración.
Las extensas escenas musicales a su vez también provocaran cierta fisura poco congruente el ritmo del metraje.

Lo cierto es que tanto  Scheherezade como Miguel Gomes comparten un impulso de sobrevivir a una sentencia a través de la ficción, una especie de supervivencia por parte de Gomes que busca aferrarse a una desmesurada imaginación, para dar cuenta  que el mundo no es tan distinto a como él lo construye. Es así  como con notable lucidez nos plantea  que la de ficción es necesaria y un arma mucho más poderosa al enfrentar la realidad.

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Placer y Martirio

Por: Daniel Miranda Acuña, 03 de Noviembre, 2015

Placer y Martirio

José Campusano

Argentina, 2015

Sección: Gala especial

José Celestino Campusano es uno de los directores más interesantes en la actualidad del cine independiente argentino. Su filmografía contiene una identidad autoral que se ve ejemplificado por el retrato de la marginalidad de una manera autentica, llena de mezclas de géneros cinematográficos, con toques de cine B, actores no profesionales y guiones que apuntan a la improvisación y al dialogo propio de los personajes que se representan, muchas veces a si mismo. El rock, el sexo, las cervezas y la violencia son conceptos que han cruzado películas como “Vil Romance”, “Vikingo” o “Fango” todas presentadas el año 2014 en la retrospectiva que el Festival Internacional de Cine de Valdivia hizo de este realizador.
Si bien, con “El Perro Molina” (2014), Campusano daba un giro en lo técnico utilizando una estética más “cuidada”, no abandonaba el retrato marginal, los no representados de la capital del país vecino.  Hoy Campusano, presenta “Placer y Martirio” su último largometraje, en donde nos damos cuenta, que el director argentino ha dado un giro violento; ya no son los marginales ni los rockeros los que entran en el cuadro, ahora son los burgueses, los que viven en los departamentos de Puerto Madero de Buenos Aires, donde los problemas son la ausencia de la pasión y el vacío, respondiendo con las ganas de aventurarse en alguna locura.

Delfina (45) es una pequeña empresaria acomodada económicamente que comparte su vida con un fiel marido y una hija adolescente. Al parecer tiene todo en su vida, sin embargo Delfina ya no siente deseo hacia su esposo y no toma mucho en cuenta a su hija, salvo para pelear con ella. Para solucionar ese “vació” se reúne con sus amigas de su misma edad y con problemas similares, en “fiestas” donde buscan la aventura sexual pasajera. Pero una noche, una de ellas le presenta a Delfina, Kamil un supuesto empresario de alto rango, con estudios, adinerado pero lleno de secretos. Esa personalidad enigmática producirá una atracción en Delfina quién comenzará a entablar una relación aventurera que se transformará en una dependencia enfermiza.

Lo que parte como una aventura sexual, gira en un proceso de manipulación en manos de Kamil, quién comienza a tener un poder sobre ella. Delfina irá perdiendo poco a poco sus relaciones sociales hasta su propia identidad. Todo en su vida girará en este extraño hombre que aparece y desaparece constantemente.

Campusano cruza la vereda, y hace un retrato de una clase social que le es ajena. Quizás eso se nota en el largometraje, porque si bien, hay una utilización de la parodia y el melodrama exacerbado, la película comienza en la mitad a tocar la misma tecla; los diálogos cliché y la sobreactuación intencionada, que funcionan en gran parte del inicio de la historia, pero cuando esto vuelca a un drama mayor, los personajes no crecen y eso es quizás por donde comienza a decaer la película.

Placer y Martirio” contiene una fotografía y un arte notable, que construye ese espacio vacío burgués, donde los rascacielos son parte de la sobre-estetización de la mirada de los que creen tener el poder.

Al finalizar, los que han observado el cine de Campusano esperan encontrar aquél giro que siempre les da catarsis a sus historias, sin embargo en “Placer y Martirio” esto no ocurre y nos deja una sensación extraña en el paladar.

De todas maneras, es interesante que Campusano se haya atrevido a dar un salto al vacío para probar otro tipo de historias, eso es un riesgo y se agradece, porque representa la intención de un realizador que no le tiene miedo a explorar nuevos lenguajes y representar nuevas realidades. Un realizador que no le importa mucho los premios y las portadas, sino que contar buenas historias y hacer una reflexión estética de lo marginal del encuadre.  La crítica en general no lo ha acompañado esta vez, sin embargo, las ganas de seguir viendo un nuevo proyecto de Campusano queda intacta.

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La Sombra del Roble

Por: Isidora Torrealba Ramírez / 03 de Noviembre, 2015

La Sombra del Roble

Nicolás Saldivia

Sección: Competencia Nacional

Chile, 2015

El film corresponde a el largometraje de egreso de la generación 2014 de la Universidad del Desarrollo, dirigida por Nicolás Saldivia y protagonizada por Daniel Candia, la película nos ubica dentro de una familia de Santiago de clase media, en ella vive Héctor (50) quien es profesor de biología y padre de dos hijos, Elisa y Pascual. Sin embargo es Roberto, el abuelo de los niños quien se encarga de cuidarlos y pasar el tiempo con ellos.

A medida que avanza la historia, al abuelo Roberto le diagnostican Alzheimer, lo que desata una crisis familiar que se ve reflejada en la poca comunicación que tienen los hijos con su padre. Cada uno de los personajes de la familia se va desarrollando de una manera bastante profunda, ya que a través de simples situaciones, se deja entrever la psicología que abordan los integrantes de esta familia: Pascual es universitario y pareciera que no posee mayores preocupaciones, es mas bien reservado y lo vemos constantemente criticar  las actitudes de su padre. Por otro lado Elisa es la única mujer de la familia, lo que funciona como un contrapeso a este mundo de hombres mas frío y distante. La ausencia de Roberto, obliga a esta familia herida a enfrentarse mutuamente, desatando en Héctor un conflicto interno que lo acongoja, ya que no puede llegar de manera sincera a sus hijos y mucho menos a su Padre, Roberto, quien es trasladado a un centro de atención para adulto mayor.

La película ocupa en su mayoría planos fijos, con encuadres que juegan con la profundidad del plano, a través de una luz muy naturalista, de mucho contraste, destacando la notable  dirección de fotografía de Sebastián Riquelme, quien logra rescatar lo más intenso de Daniel Candia para construir al complejo protagonista de la historia.

La Sombra del Roble” es una historia simple, construida con mucho cariño desde todos los aspectos, a nivel de guión, interpretación y decisiones formales, logrando que el espectador se sienta identificado con al menos uno de los miembros de la familia. Sin duda es una historia entrañable, que refleja a muchas familias chilenas actuales, en donde la falta de uno de los padres, provoca muchas veces una importante falta de comunicación entre los miembros de la familia, volviendo cotidiano el silencio y la vida individual, pero uniéndose de manera muy firme en situaciones críticas, demostrando el cariño que pocas veces se dice.