Ampliamente conocido como actor en cine, teatro y televisión, Cohen mantiene una no tan conocida faceta como poeta, académico, guionista y especialmente director de cine. Trabajadas desde las restricciones (plano secuencia, ausencia de diálogos, cámaras fijas), sus películas desnudan al Chile de los últimos 20 años, valiéndose de una fuerte crítica social, y logrando una estética vanguardista para el cine nacional.
Julio de 2012 fue el mes elegido por el Cineclub Universidad de Chile para realizar una retrospectiva a quien es considerado uno de los padres del cine independiente chileno. Desde «El baño» (2005) su cinta más conocida y premiada, pasando por «Adán y Eva» (2008), «Función de gala» (2007), el estreno de «Sueño y secreto subterráneo» (2004) film encargado por la empresa METRO que plantea la delirante situación de un Santiago sin metro, y destacando finalmente el rescate que la Cineteca Universidad de Chile realizó de la única copia conocida de «El Blues del Orate», realizada junto al colombiano Jorge Cano en plena dictadura militar y estrenada en el Festival Internacional de Cine de La Habana, donde obtuvo el premio Gran Coral, siendo alabada por tratarse de un experimento formalista en un único plano secuencia.
Recopilados los textos realizados para cada una de las funciones de la Retrospectiva, sumándole una entrevista realizada al propio Cohen, REVISTA SÉPTIMO ARTE presenta su dossier número 4… DESVIADO EN LAS RESTRICCIONES: EL CINE DE GREGORY COHEN.
Autores: Luis Horta, Camila Pruzzo, Guillermo Jarpa, David Antich, Pablo Inostroza, Carlos Molina Editor dossier: Alvaro Valenzuela
“Cuando todos se van por el foco, yo tiendo a irme a lo que está completamente opacado por el foco”
Era la primera vez que se hacía una retrospectiva de las películas dirigidas por él. Asimismo, era la primera muestra del Cine Club de la Universidad de Chile dedicada a un realizador chileno vivo y residente en Chile. El multifacético Gregory Cohen, principalmente conocido como actor, estuvo presente en tres de las cuatro funciones de la retrospectiva, donde un público de todas las edades participó activamente y compartió sus impresiones con el realizador.
Cuando las “voces autorizadas” del cine nacional, con el foco puesto en la industria y las multisalas, continúan vociferando la falta de interés del público local por la cinematografía chilena, la experiencia de esta muestra nos habla sobre la necesidad de revalorar las propuestas atrevidas, las digresiones, el debate y la participación de los espectadores.
-En esta retrospectiva se exhibieron cinco películas tuyas, una dirigida por Jorge Cano (Los blues del Orate) y escrita y protagonizada por ti, de las cuales sólo El baño fue estrenada comercialmente. ¿Por qué es tan difícil acceder a tus obras?
Es que nosotros [el equipo realizador] no hemos dado las facilidades para verlas. Siempre está este pudor, que también es temor y sobre todo autocrítica, de que las películas estén completamente bien, en términos de sonido, postproducción y todo. Además que son obras bastante particulares, que tienen sus nichos bien definidos. Pero de todas maneras yo creo que es buena la lección de esta retrospectiva, de acuerdo al recibimiento de la gente que las vio, que estas películas necesitan ser vistas, necesitan que se les dé mayor circulación.
-Tú trabajas con un elenco más o menos estable de actores (Lía Maldonado, Alex Zisis, Loreto Moya, etc.), ¿cuáles son las razones de aquello?
La incondicionalidad con los proyectos. Tiene que ver con que son producciones bastante especiales, que necesitan de mucha confianza, convicción y fe. Y allí los actores, (sean amigos o no) que están con el proyecto, más allá de los costos -porque también son películas independientes, sin un presupuesto concreto- son los que finalmente participan. El deseo de estar ahí es lo más importante. El casting no está dado por una audición, sino que por el deseo de compenetrarse e identificarse con la propuesta, con la visión ideológica, estética y social.
–El baño es la historia de Chile de los últimos cuarenta años desde la perspectiva de una cámara fija en una esquina, en Función de gala no hay diálogos entre los personajes por lo que la atmósfera de sonido es muy expresiva, y Los blues del Orate son un monólogo en plano secuencia, ¿por qué piensas el cine desde las restricciones?
Yo creo que no sólo el cine. Yo creo que todo lo veo desde la desviación, debo ser un poco desviado. Pero cuando todos se van por el foco, yo tiendo a irme a lo que está al lado del foco, o detrás del foco, o lo que está completamente opacado por el foco. Y no solamente a nivel estético, yo creo que es una manera de relacionarme con el mundo.
-Una de las películas que más debate causó en el Cine Club fue Sueño y secreto subterráneo, que fue concebida primero como un film institucional de la empresa Metro de Santiago pero el resultado es una cinta única y vanguardista en la frontera entre ficción y documental. ¿Cómo fue la labor de producción de esa cinta?
Es tal vez la producción más completa que teníamos. Es muy curioso porque, claro, es una película por encargo de Metro, pero en el proceso del encargo nosotros hicimos la propuesta, al cliente le gustó, y nos dio la suficiente libertad, y tuvimos la capacidad de disfrutar y de rescatar hacia el asombro algo tan institucional o tan formal como es el Metro. Y qué agradable es cuando uno además tiene una producción que va a dar cuenta si no en un 100%, en un gran porcentaje de lo que tú quieres proyectar en términos estéticos, de lenguaje, de delirio. Cuando el delirio está bien basado, es decir, cuando está apoyado por una producción importante, es muy agradable.
-Finalmente, ¿qué significa para ti que estas películas se exhiban en un espacio donde al final de la proyección hay debate entre el público?
Para mí es un homenaje tremendo esto. De partida, que le hayan dado el nombre “Retrospectiva” a un conjunto de 5 películas. La verdad es que, colocándolo dentro de este contexto, uno empieza a reconocer los valores de cada obra. Pero, más allá de la propuesta estética, es notable lo que van conformando estas películas en términos de testimonio de lo que es nuestro país y lo que ha venido siendo en sus distintos momentos, porque aquí agarraron un rango más o menos del año 87 al 2007, o sea, estamos hablando de 20 años. Eso me ayudó a mí mismo a conformar un panorama de las cosas que hemos hecho, por lo tanto estoy muy agradecido de la Cineteca y el Cine Club de la Universidad de Chile. Fue muy interesante poder conversar con las generaciones, con la mía, con la que viene más adelante y con los jóvenes. Por eso valoro tanto la importancia de los dípticos que reparten en las funciones, en los que hay críticas que hacen los mismos jóvenes. Aquello me gustó mucho, le dio mucho sentido a las películas. Después de todos estos años, que los jóvenes den cuenta con su visión, con su sensibilidad y con su lenguaje acerca de estas películas, me parece bien: empieza a tener sentido lo que uno hace.