Categorías
Artículos Cineclubismo + Crítica Especial: Festivales

Crítica: «El regreso del muerto» de Gustavo Gamou

Por: Daniel Miranda A. / 30 de Septiembre, 2015

“El regreso del muerto” es un título rimbombante que llama la atención inmediatamente dentro del listado de películas del Festival Internacional de Cine Documental de Santiago 2015. Jugando con las palabras, los conceptos de muerte y regreso se han trabajado de diversas formas a lo largo de la historia del cine, sin embargo estamos en presencia de un documental que cumple con el objetivo de su propio título.

Rosendo es un hombre que deambula por las calles de un pueblo mexicano -nunca se explicita cual- sin tener un rumbo exacto, simplemente sobrevivir. Parece no pertenecer a ninguna parte, es el ejemplo de la marginalidad. Rosendo se presenta como un hombre viejo que no tiene muchas oportunidades en la vida, sin embargo se refugia en el alcohol. Llega a vivir a un refugio de vagabundos, drogadictos y alcohólicos como dice él, que se convierte en su hogar, un espacio pasajero pero que al final del día sirve como refugio de descanso y de compañía.

En la primera parte del documental, seguimos la rutina de Rosendo junto a un amigo que lo llama el “Abuelisto”, un viejo hombre que lo escucha rezar por las noches o que lo acompaña a caminar por la costanera de una playa. Es lo que se podría decir, un amigo del camino. Lo maravilloso de este segmento de la película es el seguimiento de las conversaciones de estos dos personajes, donde se genera un química de amistad llena de humor frente a una realidad invisible. El «Abuelisto» no dialoga mucho, sin embargo se gana la empatía del espectador por el solo hecho de estar en el encuadre en silencio, casi siempre mirando al horizonte o al lente de la cámara.

A medida que avanza el largometraje, vamos conociendo un poco más ese pasado oculto de Rosendo, ese que lo llevó a auto desterrarse y fingir una propia muerte. Un pasado que parece predecible, pero que habla precisamente de una parte de la sociedad mexicana. Rosendo carga en su espalda la muerte.

En la segunda parte, Rosendo conoce a una anciana que llega a este “hogar”, ella se presenta como una constante deambuladora por los pueblos, ya que es en estos lugares donde ella conoce gente y se siente más útil. Rosendo y la abuela entablaran una extraña relación de amor, pero que desencadenará el desahogo de las penas, los tatuajes de las historias y la adicción de un Rosendo que huye constamente de su propio pasado. Hay que decir, que este espacio dentro de la película no alcanza la misma fuerza dramática que en el anterior.

Por otro lado, el seguimiento cinematográfico a Rosendo es precisamente un acierto del realizador en la búsqueda de un vagabundo, de un alcohólico, de un marginal que genera múltiples capas en la representación de este personaje muchas veces arquetípico. Rosendo es entrañable, dan ganas de escucharlo, de conocer un poco más de su vida, que es la vida de muchos compatriotas latinoamericanos.

Gamou es realizador y camarógrafo a la vez. Quizás esa sea la mejor respuesta para entender como logró llegar a una intimidad representacional con todos los personajes que aparecen en pantalla. Logra una investigación empírica de la realidad, quizás algunas escenas que parecieran ser puestas en escena se notan y sacan un poco del rumbo del documental, pero es lo menos cuando podemos percibir una construcción documental dinámica, divertida y sobre todo emotiva, que deja en evidencia un México sumergido en la violencia y en la realidad de la otredad, sin caer en una imagen prototípica de la porno marginalidad visual.

«El regreso del muerto», es una película humana donde Rosendo y los suyos parecen ser los muertos de una sociedad que los deja fuera del encuadre, que terminan siendo una cruz y un mensaje del “te queremos por siempre”. Para el mundo, Rosendo está muerto, pero él sigue caminando por una ruta sin destino fijo. La película del uruguayo Gustavo Gamou, crea un clima melancólico lleno de intensidad. Invita a una reflexión social que lo lleva ganar la competencia latinoamericana del Fidocs 2015, con bastante mérito de por medio.

Categorías
Artículos Cineclubismo + Crítica Especial: Festivales

Crítica: «Pan de Azúcar» de Hermes Paralluelo

Por: Daniel Miranda A. / 30 de Septiembre, 2015

Jujuy, Argentina. El norte grande del país vecino tiene entre sus características, el desierto. Allí Pedro Sumbaino trabaja como vigilante en la mina “Pan de Azúcar” desde su cierre hace más de quince años. Sin embargo, aunque hace siete que no le pagan, Pedro realiza su rutina día a día en la mina abandonada, camina observando cada sitio con cierta autoridad y también con cierta nostalgia. Entra a los talleres y allí enciende una radio donde emite las frases de su presencia en el lugar, esperando quizás alguna respuesta.

En la soledad, Pedro continúa su rutina negándose a la verdad que no quiere observar, el paso del tiempo.

Con una cámara que observa fijamente el abandono del lugar -techos averiados, goteras o la oscuridad del taller central- y otra que sigue los pasos de Pedro, el realizador Hermes Paralluelo intenta con este cortometraje hacer un retrato de la soledad humana y los sueños olvidados con el paso del tiempo. Temáticas que le darán la forma e identidad al director como autor.

A lo largo del paso del tiempo del cortometraje, vemos a Pedro realizar un pequeño ritual de bendición de este espacio Planos cerrados de su rostro, que con pequeñas plegarias a un ser superior piden que cuide del lugar. La bendición realizada como un acto de sincretismo entre raíces indígenas y cultura cristiana: la hierba que se quema y emana su humo como despojador de todos los males, el vino de la limpieza, la cerveza batida lanzada como pureza, se entrecruzan con las palabras de Pedro quién ve en este ritual una esperanza para recuperar un pasado que no volverá.

En una entrevista a Paralluelo, señalaba que “la esencia de las personas aparece cuando desaparece la intención”. Quizás esa frase define la imagen que quiere proyectar con esta película, la búsqueda de una naturalidad de puestas en escena que dejan de lado el cálculo del mecanismo cinematográfico, para dar paso a una imagen que nos evoca un discurso transparente que apela al corazón.

Categorías
Artículos Cineclubismo + Crítica Especial: Festivales

Crítica: «El Botón de Nácar» de Patricio Guzmán

Por: Triztán Zamora / 30 de Septiembre, 2015

Con una amplia trayectoria que lo avala, el director nacional Patricio Guzmán, siguiendo la senda de «Nostalgias de la luz», entrega una reflexion cargada de metáforas establecidas a partir de diferentes relaciones en torno al agua, sus significancias y la memoria del exterminio en nuestro país.

El narrador nos introduce de forma expositiva en la importancia del agua, una primera relación con el espacio -uniendo así la película con su antecesora- para luego dar paso a los imponentes paisajes, hasta llegar al sur de Chile y a los pueblo originarios, los que alguna vez habitaron la Patagonía. La película hace una relación con la dictadura de Pinochet y las técnicas que durante el periodo se usaban para ocultar cuerpos de torturados, los cuales eran lanzados al fondo del mar. Guzmán crea un arco metafórico que comprende estos momentos históricos en torno a dos botones: el primero utilizado por un viajero inglés para llevarse a un indígena, mientras que el segundo es encontrado en el fondo del mar entre los restos de los rieles empleados para sumergir los cuerpos.

El documental plantea una clara postura política en torno a las problemáticas históricas expuestas. No obstante, ciertas analogías se vuelven repetitivas, fomentado por un tono completamente pedegógico en el  relato que a ratos parece no progresar sino al contrario, tornándose redundante. Aún así, existe un importante trabajo fotográfico en la forma en que se captura la belleza de los paisajes patagónicos, con una manera casi irreal que resalta los colores de la naturaleza sin quitarle protagonismo al material de archivo, el cual sorprende por su excelente calidad.

El relato no deja de ser clásico, acostumbrado por Patricio Guzmán en sus obras anteriores. Si bien siempre es interesante la postura del realizador, pareciera ser que el público no se acerca a la salas de cine para ver un documental sobre la memoria del país, sino por el contrario que asiste a ver la última obra del director, y de este modo la figura del Guzmán consume a su trabajo. Pareciese que en adelante no veremos innovaciones en su obra, sin embargo su figura y su punto de vista siempre será atractivo objeto de comentario entre quienes gozan del cine y su expresión documental.

Categorías
Artículos Crítica

Crítica: «Allende, mi abuelo Allende» de Marcia Tambutti.

Por: colectivo Miope / 6 de Septiembre, 2015

El afán de unidad

“¿Qué estoy buscando?”, se pregunta en un momento fundamental Marcia Tambutti, directora del documental Allende mi abuelo Allende y nieta de Salvador, luego de una conversación con uno de sus primos. Si durante parte del proceso de realización (8 años) no lo supo, en gran medida todo cobra sentido con los archivos que encuentra y que revela estratégicamente a su familia durante la película, que además protagoniza en cámara como indagadora nuclear.
Habiendo vivido casi toda su vida en México, Marcia Tambutti refleja un estado de las cosas clave: Hay fragmentación familiar, tanto geográfica como emocional, e incluso ideológica. La totalizante presencia en vida y el posterior desenlace de su abuelo ha marcado y disgregado a generaciones. Y es que la imagen pública de este abuelo orador y vividor es demasiado inabarcable, demasiado avasalladora, como para intentar un ditirambo cinematográfico más.

De todas las abrumadores posibilidades de asimilación que ofrece este documental, emerge un desafío bien específico que nutre todo su desarrollo. Lo reunido, provocado y capturado por esta película, funcionaría como una probable solución a esa atomización. La directora congrega a sus familiares, los aborda, e incluso presiona, para lograr que éstos vuelquen esa vitalidad contenida que guardan, pues esto que será fijado en este nuevo álbum de fotos privado-público. La meta: un nuevo entusiasmo que lo recompondrá, y, por extensión, a cualquiera que lo atestigüe.

¿Pero cómo provocar, en efecto, que brote de manera delicada y natural esa emoción potencialmente unificadora? Paso a paso. Primero indagando en los recuerdos, las percepciones más generales. Identificando qué conocen o creen conocen. Luego, instalando imágenes desprovistas de épica o política dura para gatillar reconocimientos o percepciones específicas: cercanía. Y, finalmente, cuando ya no hay defensas, revelar con pinzas lo realmente inusual, lo pedestre, eso que cualquiera puede reconocer por su universalidad: el humor. Cierto humor, distendido, hogareño. Lo visceral que rompe la barrera de la razón y la postura.

Claves son las interpelaciones reiteradas a su prima Maya Fernández, quien es una especie de albacea de un archivo oculto, y quien tiende a ofuscarse con la insistencia de su prima-directora. ¿Y cómo lidia aquella agonizante viuda con las infidelidades de su marido y otros escabrosos pasajes matrimoniales? Hortensia, nonagenaria, apenas se mueve, se evidencia agotada y esto tensa los encuentros. Pero deja en claro que nunca se quiso victimizar, ni con el caso “Payita” (la secretaria personal y amante de Allende). ¿Hasta qué punto su hija Isabel Allende, activa política hoy, se permite expeler lo que su hija –la directora– le incita verbalizar? “No arranques”, le dice Marcia en una escena decidora.

La nieta busca, indaga, cuestiona, incluso hostiga cariñosamente a su familia. Pero subyace un obstáculo, esa aprehensión que va más allá de este personaje en particular y aplica a cualquier individuo cargado de significado: los testimoniados, unos más otros menos, protegen y se protegen, eludiendo profundizar, evitando aflorar emociones, comentarios o imágenes contraproducentes, pues saben que aquello puede afectarles hoy en alguno de los ámbitos en los que se encuentran.
Allende, mi abuelo Allende es un artefacto bien aceitado –montado- que desde la intimidad, en apariencia inocente, posibilita externalizar una pregunta más grande y proyectiva: ¿Puede un clan reunirse verdaderamente a pesar del dolor, a pesar de las derrotas, y retomar cierto rumbo mediante un nuevo entusiasmo? A exactos cuarenta y cinco años del triunfo relativo de Allende en las urnas, la idea no deja de reflotar más allá de lo doméstica de esta búsqueda. Un brillo especial flota en los rostros compuestos cuando aparece la antigua filmación casera de un Allende de pantalones cortos haciendo morisquetas en una satírica puesta en escena, mucho antes de ser el Allende oficial. Y del humor brota lo más inesperado: la apertura, la soltura. ¿Cómo lograr, en definitiva, no ir de la risa al llanto, que cierto entusiasmo sea solvente e incluyente esta vez?
Categorías
Artículos Crítica Especial: Dossiers

Dossier Nº 10: Estudios Ghibli, visualidad y discurso

Por: Editor /26 de Julio, 2015

Entre el 13 y el 24 de Julio se realizó el 2º Ciclo de Animación Japonesa organizado por la Cineteca de la Universidad de Chile y la Corporación Cultural La Florida. La actividad estuvo dedicada a estudiar y revisar la obra de los Estudios Ghibli, conocidos por ser una de las compañías de cine de animación más importante en el mundo, premiada internacionalmente y reconocida por su cuidado estético y conceptual.
A partir de las sesiones de visionado, hemos creado un dossier especial que integra los resultados de algunas reflexiones estéticas y discursivas que se encuentran en las obras, y propone abrir un campo de estudio sobre la visualidad en el cine japones.
Índice
El Cine de los Estudios Ghibli: Una fantasía sobre la realidad por Camila Pruzzo.
Las heroínas de Miyazaki por Monserrat Ovalle
Las máquinas: Porco Rosso y los objetos técnicos por Luis Horta.
El espacio en el universo de Totoro por Luis Horta
Enlace externo: Entrevista a Hayao Miyazaki por Erwan Higuinen en revista Los InRocks
 
 
* La actividad se acogió dentro del marco legal establecido en los artículos 71 N y 71 Q de la Ley 20.435 Sobre Propiedad Intelectual.
 
Categorías
Artículos Crítica Especial: Dossiers

El espacio en el universo de Totoro

Por: Luis Horta / 26 de Julio, 2015

Un mundo comienza en una buhardilla: al subir, las pequeñas niñas encuentran un espacio oscuro lleno de presencias, seres que desaparecen cuando se les toca, se transforman en hollín. El espacio se eleva para proponer una nueva dimensión de lo real adosado al universo infantil que es capaz de proyectar dimensiones nuevas sobre lo real.
“Mi vecino totoro”, emblemática película del cineasta japonés Hayao Miyazaky, propone una curiosa lectura sobre el espacio y las relaciones de los sujetos con una invisibilidad presencial. La muerte, en este caso, presupone un cotidiano sin conflictos mayores, y la entretención prefigura un espacio de dialogo con sujetos imperecederos, las “presencias” de otras realidades. De acuerdo a esto, el paisaje juega diversos roles de lectura, ya sea como un juego de oposiciones del agreste y campesino poblado al que llega a vivir una familia nueva, como en los vericuetos de una casa abandonada y antigua. Rincones, rendijas, buhardillas y habitaciones son motivo de inquietud y curiosidad por parte de dos niñas que no dudan en ingresar y apropiarse de estos lugares ínfimos, con la sorpresa de encontrar ya otros habitantes en ella, lo cual sirve como pie para el relato principal.
La película se inicia con el desplazamiento, narrando la historia de un padre de familia que se traslada a su nueva casa junto a sus dos hijas pequeñas. Atraviesan los bucólicos paisajes hasta llegar a una derruida casa, donde el desplazamiento no acaba, ya que las pequeñas niñas curiosean todo este mundo nuevo. Se trataría de un viaje con un carácter espiral, que finaliza con el descubrimiento de “algo raro”: los seres del polvo que habitan entre rendijas y que desaparecen cuando se les toca.
Lo mismo ocurre en el bosque, donde reina el espíritu encarnado en la imagen de una especie de gato gigante, que viaja en un “gatobús”, un particular medio de transporte cuya velocidad lo hace casi imperceptible para los humanos. El ensueño en que permanentemente parece instalarse el relato genera una lectura de la espacialidad como un medio que linda entre lo real y lo imaginario. Una especie de vigilia prolongada y estetizada, más allá que la metáfora, como una forma de proponer un relato visual psicológico.
Si los espacios elegidos funcionan como reducto, en “Mi vecino Totoro” los personajes se vinculan con estos desde una alteridad dada por la permanente movilidad, la cual es limitada y engañosa, ya que a pesar del constante desplazamiento de los sujetos en el espacio, estos quedan suspendidos y dependientes de éste, por ende no traspasan sus fronteras de forma clara, sino que abren nuevas dimensiones para expandirlo o contraerlo. En este concepto es importante la relación con la vigilia y el sueño, como un terreno donde la especialidad se proyecta hacia lo subjetivo más que a una forma de racionalidad puntual y específica.
“Mi vecino Totoro” es una película compleja a nivel visual. Tal como los grandes relatos clásicos, también se camufla tras la imagen del cuento infantil, para proponer claves alegóricas sobre el espacio y lo real, como en este caso. La inmensidad revestida por la intimidad familiar, la relación de la vida y la muerte como cotidiana y desprovista de dramatismo, son conceptos visuales que se vinculan finalmente a la necesidad de albergues y cobijos. La ausencia de madre, la presencia de los espíritus y la inmensidad del bosque son, por ejemplo, motivos visuales  que amplían la imaginación. Senderos, rincones y escondites son la tónica de una película espesa y analítica sobre el mundo de lo real.
Categorías
Artículos Crítica Especial: Dossiers

Las máquinas: Porco Rosso y los objetos técnicos.

Por: Luis Horta / 26 de Julio, 2015

Realizada en el año 1992, “Porco Rosso” es una emblemática película de Hayao Miyazaki, y que devela las pequeñas obsesiones por las que habitualmente transita su cine. La historia es un pretexto para montar una serie de artificios visuales y temáticos: ambientada en la Italia del año 1929, un piloto de la primera guerra mundial ha recibido un hechizo que lo convierte en un cerdo con apariencia humana. Vive una especie de auto exilio en una isla abandonada, y trabaja como cazarrecompensas a bordo de su hidroavión.

En la película, existe un placer particular por establecer un diálogo entre sujeto y tecnología. La particularidad de contar como protagonista a un antropomorfo cerdo rosado, presupone una clave de irrealidad en el tono del relato que va acompañado de la curiosidad que despiertan sus hábitos. A bordo de un hidroavión, como quien se desplaza en un automóvil, “Porco Rosso” genera una vinculación con su espacio desde el punto de vista de una representación de época estetizada. No sólo parece evidenciarse una exacerbación estética por la maquinaria, sino que conceptualmente se instala como mediador en las relaciones entre sujetos. La maquinaria no es únicamente un instrumento, sino que establece auráticamente una nueva forma en que se desenvuelven los sujetos en los mundos que habitan. “Porco Rosso” no solamente es piloto de su avión, sino su propio mecánico, por tanto la lectura de la autosuficiencia engreída va de la mano con la perspectiva de un mundo convertido en un avión: controlable, desarmable, manejable a voluntad. En la película, el mundo interno de la máquina como objeto, es el mismo mundo del personaje. Por tanto existe una organicidad que presupone una relación que escapa al interés meramente utilitario del objeto, sino que prácticamente se ubica como un elemento cultural.

La máquina no es la representación de un mundo futurista, sino más bien la construcción permanente de lo real. El control sobre un mundo estetizado y vintage, construido en torno a la ausencia de progreso sino más bien con la autosuficiencia del control.

Los aviones, al igual que el cine, son máquinas de vanguardia cuya evolución ha estado al servicio del desarrollo social, y no parece curioso que una de las primeras películas creadas en la historia, sea el registro de una fábrica. La tecnología se auto representa, y por tanto se instala como un aparato consiente de su lugar y su contexto, tiene la capacidad de construirse a si mismo de manera racional.

En “Porco Rosso” existen instalados los problemas visuales sobre el sentido de la existencia de la tecnología, pero curiosamente vinculándola con la utilidad estética. No solamente se trata de emplear tecnología cuya finalidad es concreta, sino que se hace abstracta al instalarse como medio de goce estético e identidad.

Categorías
Artículos Crítica Especial: Dossiers

Las heroínas de Miyazaki

Por: Monserrat Ovalle / 26 de Julio, 2015

Uno de los toques característicos de las películas de Hayao Miyazaki, es el notorio protagonismo de mujeres jóvenes y fuertes. Se diferencia de esta manera de otro tipo de películas infantiles de animación que categorizan los papeles femeninos en estereotipos de pasividad, donde son siempre otros quienes las salvan o las guían en su propia vida. Sin embargo Miyazaki, les confiere un poder extraordinario al darles tal notoriedad en un mundo fílmico donde las mujeres tienen mayoritariamente un rol secundario. Todas las protagonistas de sus películas son diferentes entre síy llevan a cabo distintas maneras de guiar a un grupo, ellas son líderes no sólo de sus propios caminos sino que también de un equipo conformado por otros personajes.

En “El castillo ambulante” y “El viaje de Chihiro” vemos como Sophie y Chihiro ayudan a Howl y a Haru a resolver sus problemas, a encontrarse a ellos mismos. Así también terminan cumpliendo su misión que es ayudarse a sí mismas en tanto ayudan a otros. Lo que configura un tipo de héroe distinto al que estamos acostumbrados a ver en las películas infantiles, donde el protagonista lidera el camino de todos llevándose él toda la responsabilidad y actuando como una agente esencial para la liberación de los problemas de los demás personajes. Pero en las películas de Miyazaki, estas mujeres lideran un tipo de heroicidad menos individualista, donde le enseñan a los personajes que necesitan de su ayuda el camino que deben recorrer y le dan ideas sobre cómo recorrerlo. Dejan que ellos sean protagonistas activos de su propia historia tomando sus propias decisiones. Así ellas se configuran como líderes que no pretenden ser las salvadoras, sino más bien un puente en las soluciones que los personajes buscan.

Tanto Sophie como Chihiro emprenden un camino difícil, pero necesario, para transformarse a ellas mismas y madurar. Al principio de sus respectivas películas ellas son niñas un poco perdidas y bastante angustiadas por los cambios a los que deben enfrentarse al momento de crecer. Pero al finalizar la historia, con todo el camino que han andado, ya son jóvenes decididas y seguras de sí mismas. Afrontan su angustia con optimismo, se ponen de pie frente a los problemas que les acaecen sin dejar nunca de trabajar por hallar las soluciones. Así las soluciones van llegando solas porque ellas no se quedan estáticas esperando que algún personaje las salve, sino que trabajan y se mueven para salir de los hundimientos en los que se encuentran. Lo que termina por ser un mensaje bastante importante para el público infantil de estas películas. Conmueven tanto a las familias como a los infantes porque entregan un mensaje transversal a todas las personas.

Finalmente, las heroínas de Miyazaki nos muestran que el valor para reunir a las personas y trabajar en equipo resulta más enriquecedor que el trabajo individualista del héroe típico, porque llena a los personajes de decisión al decirles: “Toma estas herramientas, vamos y luchemos juntos”, en vez de decirles: “Quédate aquí, yo iré a luchar por ti.”

Categorías
Artículos Crítica Especial: Dossiers

El Cine de los Estudios Ghibli: Una fantasía sobre la realidad.

Por: Camila Pruzzo /26 de Julio, 2015

La calidad de la animación de las películas de los Estudios Ghibli crean no sólo una realidad que es posible en los marcos de la imaginación, sino que también nos recuerdan a las imágenes de la realidad física conocida y a las sensaciones asociadas a ella. Su calidez, los detalles de texturas, colores y especialmente el carácter y desarrollo de sus personajes en las historias, han hecho de esta casa productora una de las más importantes en Japón y el mundo.

Películas aplaudidas por la academia e importantes festivales de Europa, cuyo país de origen ha sido consumido por el individualismo y el fan service de la animación que se transmite por televisión y el internet. El animé y la cultura otaku como se le denomina, ha menospreciado muchas veces el trabajo de las películas de Ghibli, ya que comercializan con la imagen de jóvenes pervertidos, hipersexualizados y cuyos fines no son más que satisfacer los placeres de una sociedad capitalista e individualizada. En palabras de Hayao Miyazaki, fundador de Ghibli, la animación japonesa se realiza “sin apenas observar la realidad”, siendo producida por personas que no soportan mirar a otros seres humanos; un producto de evasión que no motiva a cambiar las condiciones para un futuro mejor y mantiene la distancia entre las personas, creando personajes voluptuosos e insensibles que sólo buscan satisfacer las necesidades de seres cada vez más solitarios y alejados de la naturaleza y su alrededor.

«La mayor parte de la cultura moderna es superficial y falsa, pende de un hilo, y no es algo que se haya de tomar en broma. […] Expreso mi interés hacia una época venidera apocalíptica en la que ‘verdes hierbas silvestres’ tomarán el relevo. […] El período Showa fue triste porque la naturaleza, las montañas y los ríos, todo ello estaba siendo destruido en nombre del progreso económico. Sin embargo no aprendemos nada de lo acontecido en el pasado. […] No obstante los adultos (piensen lo que puedan pensar y crean en lo que crean) no deberían imponer su visión del mundo a los niños”. Hayao Miyazaki

La animación, así como otras artes, no puede ser apartada de su origen natural: la experiencia humana, lo que incluye aquello que lo rodea, sus sentimientos y la capacidad para formar comunidades. Es por eso que los personajes creados por Ghibli pertenecen a nuestros recuerdos y nos permiten sentirnos identificados, incluso cuando son retratados en mundos inverosímiles o apocalípticos, porque nos hablan de valores perdidos, retratan en sus historias el recuerdo de nuestra infancia, cuando creíamos que todo podría ser mejor y la adversidad estaba lejos de vencernos. Es más, aún en escenarios fantásticos, las tramas de sus películas están basadas en hechos históricos, como las guerras y sus consecuencias asociadas a la destrucción de la naturaleza, la contaminación y las ruinas de grandes ciudades y monumentos, hecho que podemos observar, por triste que suene, en el presente. La relevancia de sus obras (protagonizadas en su mayoría por niños y adolescentes) nos hablan de la capacidad del cine para motivar la conciencia y remover aún en nosotros la necesidad de construir un futuro alentador, a través de la superación de una sociedad corrompida por el egoísmo, aprendiendo sobre la tolerancia y la amistad al ponernos en relación unos con otros, aunque sea brevemente en la experiencia cinematográfica. Lo que surja tras sus enseñanzas, es tarea de todos.

Categorías
Artículos / Estudios de Autor Especial: Pedro Chaskel: la política de las imágenes

Dossier Nº 9: Pedro Chaskel: La Política de las imágenes

Por: Editor / 30 de Junio, 2015