Por: María Victoria Rivas Kanelos / 06 de junio, 2019
En la actualidad se tiene la idea (por lo demás errónea) de que los cuentos infantiles deben ser historias felices, luminosas y benignas, que ayuden al niño en cuestión a tener una infancia alejada de los horrores del mundo real. Pues antaño no se concebía de esta forma. Es más, se tenía una concepción bastante distinta de lo que debía representar y enseñar un cuento. En las versiones más antiguas de los cuentos clásicos de nuestra cultura popular aún encontramos finales felices, pero a costa de pruebas perversas y miserables castigos para los malvados (y a veces terribles sacrificios por parte de los bondadosos).
Pese a que tradicionalmente se suelen asociar a la tradición escrita u oral, con el paso del tiempo la estructura narrativa del cuento no solo se aplicó de estas dos formas, sino que se pudo adaptar a los nuevos lenguajes que la tecnología (e inventiva) fue permitiendo crear. Respecto al ámbito cinematográfico, la animación resulta ser una de las técnicas predilectas para adaptar diferentes cuentos infantiles. Y, de entre estas adaptaciones, una de las más destacadas (y con razón) es la versión de Walt Disney de Blancanieves y los siete enanitos, filme que sentó las bases del posterior cine animado (tanto de Disney como otros estudios). Se trata de una adaptación del reconocido cuento de los hermanos Grimm, y si bien agrega ciertos elementos originales a la vez que elimina detalles innecesarios, logra mantener la estructura arquetípica que caracteriza a los cuentos pero desarrollados desde las herramientas propias de la cinematografía. Pese a ciertas restricciones, milagrosamente logra mantener la esencia dulce y a la vez siniestra de los cuentos de hadas de antaño.
Contando a Blancanieves, claramente las películas de la factoría Disney (amadas por algunos, vituperadas por otros) han resultado ser un referente sin límites no solo en la vida de los niños que crecieron con ellas, sino también en sus contemporáneos artistas audiovisuales que tuvieron el placer de contemplarlas y aprender de las mismas. Considerando toda la tradición siniestra que los cuentos adaptados por Disney arrastran, no es de extrañar que estas obras sirvieran también como inspiración para cineastas cuya temática predilecta era el terror. Sin ir más lejos, en el presente trabajo Blancanieves y los siete enanitos resultará una obra que nos permitirá comprender el tipo de terror instaurado en Suspiria, película italiana de Dario Argento, la cual bebe del legado de su predecesora en la medida que busca generar terror en base a los miedos de infancia del espectador, quien contemplando el físico de la protagonista y todas las peripecias que deberá sufrir, no podrá evitar asociarla con su propio recuerdo no solo del cuento, no solo de la película, sino de su propios temores infantiles. Y es que este director no solo nos presenta a una moderna Blancanieves en un entorno mucho más peligroso (y sin siete enanos que la salven), sino que utiliza varios recursos a su haber con el fin de «infantilizar» tanto a la protagonista como a su entorno, dándole al espectador una falsa seguridad que luego se verá truncada por los acontecimientos.
A lo anterior es preciso aclarar, sin embargo, que Blancanieves no sería la única referencia de Dario Argento al momento de realizar el filme junto a su esposa, y decir que fue el principal referente resultaría una afirmación demasiado arriesgada. Sin embargo, esta película animada se trata de una influencia explícita que permite dar más luces a uno de los objetivos que Argento perseguía en su obra (generar terror) y los medios con los cuales disponía, considerando sus antecedentes estéticos.
En primer lugar, es preciso establecer la noción del cuento y por qué Argento decide utilizar esta estructura como base principal para la configuración de la historia de Suspiria. De acuerdo con las características brindadas por la académica Regina Valdés, basándose a su vez en los estudios de Vladimir Propp, se puede considerar al cuento como un relato «cuya estructura puede ser considerada arquetípica» (19), estructura que se basa en una secuencia de sucesos que comienzan con la presentación de un espacio, la ruptura de un orden establecido, la aventura de un héroe o heroína para restablecer ese orden y, finalmente, la reparación y posterior desenlace. Sumado a esto, agrega que en la medida de que el cuento nos presenta mundo misteriosos y fantásticos, también podemos percibir en ellos una atmósfera sumamente real (19). He aquí lo siniestro de estos relatos que se nos presentan como misteriosos, pero a la vez cargados de un realismo que resulta inquietantemente familiar.
La estructura arquetípica del cuento se presenta tanto en la versión animada de Blancanieves como en Suspiria. En el caso de la última, el arquetipo no se conforma de inmediato pues los primeros minutos se presentan como una advertencia (no tanto para la protagonista sino para los mismos espectadores) del peligro que hay dentro de este espacio. Al comienzo, Suzy Bannion llega a la Academia de Friburgo una noche de tormenta y se topa con una joven que huye espantada del lugar y que posteriormente será cruelmente asesinada bajo extrañas circunstancias, no por un ser humano definido sino la misma residencia en la que se aloja. A la mañana siguiente, en un precioso día soleado, Suzy regresa a la Academia donde es cálidamente recibida por parte de la profesora y directora. Un gran contraste si consideramos lo acontecido apenas unas escenas antes. Es en este punto donde finalmente comienza a desarrollarse la estructura arquetípica del cuento, pues a partir de aquí se irán siguiendo sucesivamente diferentes acontecimientos que terminarán por revelar el oscuro secreto oculto en los interiores del, en apariencia, inocente internado de danza. Del mismo modo, la cotidianeidad de la Academia se presenta durante el día, momento en el que los estudiantes ensayan, conversan, salen a pasear al pueblo, entre otras actividades. El día correspondería a esta instancia que se nos hace tan real y familiar al corresponderse con nuestra propia rutina. Es en el escenario nocturno cuando los colores brillantes destacan más, dejando una sensación de falsedad rayando en lo onírico, y donde se despliegan las artes malignas desde el corazón de esta casa maldita, todo acompañado de una inquietante música de fondo que le suma misticismo a una trama de por si cargada con lo sobrenatural. La estructura del cuento sirve, entonces, como medio de contraste que permite realzar los momentos de espanto, ya que se nos va rompiendo el espacio seguro que durante el día se nos habría presentado. La Academia de danza no es un lugar confiable. Algo terrible esconde dentro de sí, como se nos sugirió al comienzo con el asesinato de la primera joven y su amiga.
Deteniéndonos un momento en la configuración del internado como estructura física, y considerando la clasificación de casas malditas dada por Angel Gomez Rivero, la Academia correspondería a una casa encantada por presencias sobrenaturales. En este caso, la presencia estaría encarnada en la bruja Helena Markos, quien incluso muerta resulta ser la guía del aquelarre de brujas conformado por el equipo docente de la Academia. La presencia de las brujas no es casual y corresponde un gran punto de equivalencia entre ambas películas. En Blancanieves tenemos una reina cuya maldad no solo se sustenta en sus celos desmedidos, sino también en su conocimiento de la magia oscura. En Suspiria, también tenemos una bruja que, además, es llamada «reina» al poseer un grado de conocimiento más alto que el resto del aquelarre. Eso sí, la «Reina Negra» de Argento no solo puede mantenerse viva dentro de un cuerpo en descomposición, sino que también es capaz de manipular el entorno en el cual se encuentra e incluso los exteriores, tal es su poder. La reina de Blancanieves solo podía transformarse, y a partir de ahí desplazarse hasta llegar a la casa donde se oculta su hijastra. Detalles aparte, la equivalencia existe y permite subrayar aún más las referencias al arquetipo de los cuentos, empleando recursos comunes dentro de ellos.
La Academia de danza guarda este malvado secreto sobrenatural que rompe con la cotidianeidad del relato. Esta ruptura de la realidad debe ser restablecida por la jovencita buena y pura que contrasta con la esencia maligna subyacente de este lugar. De esta manera, Suzy es la joven que sin quererlo cae en manos de la trampa malvada de la reina de las brujas, pero a diferencia de Blancanieves, se le enfrenta y la mata, terminando así con esa pesadilla en una noche de tormenta idéntica a la de cuando llegó. La beldad termina por derrotar a la maldad, arquetipo presente en los cuentos (cumpliendo siempre esta finalidad moralizante) que puede identificarse como un recurso de «polaridad», según el cual «Los villanos suelen ser perversos hasta extremos exagerados, hecho que justifica con frecuencia un castigo de crueldad pareja» (Trashorras, 383). La Reina Malvada cae de un barranco en una tormenta luego de la persecución de los enanos, y las brujas de la Academia de Friburgo mueren en un incendio, nuevamente asediado por una tormenta que pone fin a la película. Su maldad alcanza un límite, y al alcanzarlo debe ser destruido de manera equivalente al mal que provocaron en un principio.
Por otra parte, y retomando la adaptación animada, Blancanieves no solo tiene una gran influencia en los relatos e ilustraciones infantiles de los cuentos europeos, sino que también presenta rasgos expresionistas que sirven como acento de las escenas en las cuales los personajes sufren, se transforman o enfurecen. El escenario de la acción se encuentra intrínsecamente unido con la forma particular en la que los personajes participan en este entorno, de manera que las escenas terroríficas no se verán dulcificadas, sino que, al contrario, buscarán expresar la interioridad del personaje. Sin ir más lejos, cuando Blancanieves huye hacia el bosque es acosada por monstruos, ojos y manos esqueléticas, que resultan no ser nada más que su conmocionada imaginación. Después, mucho más calmada, el bosque oscuro y amenazante es reemplazado por una arboleda verde iluminada por leves rayos de sol, un espacio que no es de temer. Esta idea se presenta en la también destacable escena de la Reina Malvada preparando su poción maldita, convirtiéndose en una horrorosa anciana. Esta escena se encuentra plasmada de sombras retorcidas, giros de cámara, difuminaciones, y colores febriles. Pese a la explícita influencia expresionista, los animadores no ven necesario cubrirlo con una estética en blanco y negro ya que el color resulta ser sumamente evocador, en la medida que se corresponde con la sensación de ensueño y metamorfosis sufridas por la reina malvada. En definitiva, mediante la materialización de los temores de la joven y la transformación de la Reina, podemos comprender la interioridad de los personajes y cómo estos reaccionan ante los diferentes estímulos de su entorno, siendo el color un elemento clave para la evocación de la psicología de los personajes.
El espectro cromático anterior es retomado en Suspiria, que emplea estos colores no solamente para realizar una referencia, sino también como una forma de distinción con el mundo real con el «fantástico». Mientras que durante el día (mundo real) el espacio se encuentra iluminado con luz natural, durante la noche (mundo «fantástico») la artificialidad de los colores (que parecen ser de neón) queda plenamente patente, creando así una atmósfera anti naturalista, a la vez que proyecta un ambiente casi de sueño para las jóvenes que se adentran a este mundo misterioso (y del que no lograrán salir bien paradas). Respecto a ello, resulta relevante considerar que Argento suele preferir las escenas de noche para producir ese aspecto fantasioso y onírico. En palabras de Savater, «Este cineasta de la intensidad ama la expresividad supra argumental de los colores y por ello gusta rodar de noche gran parte de sus películas. La noche es la más sublime escuela del color […]» (12), por ello la noche resulta el escenario idóneo para representar las escenas más notables y reveladores de la película. De esta forma, el ambiente adquiere un rol preponderante y son los personajes los que se encuentran a merced de este. La función cromática cumple una función para que el mismo espectador logre ubicarse dentro de la historia e identificar estos niveles de abstracción presentes en la trama.
Finalmente, aun cuando el espacio resulta ser una entidad que permite identificar las diferentes nociones expresionistas, este también se encuentra a merced de las emociones y subjetividades de los personajes. Dario Argento utiliza el modelo de los cuentos para hacernos sentir confortables y, así, lastimarnos aún más conforme van pasando las situaciones truculentas y los constantes asesinatos que nos conducirán a la terrible revelación final. Sin embargo, la estructura que sigue y los medios en los que se basa para conseguirlo (música, espacio, colores, polaridad de los personajes) no solo buscan demostrar la reacción psicológica de los actores ante el horror que los acecha, sino que, no conforme con esto, juega con nuestros miedos infantiles guardados en el subconsciente, que incluyen corredores eternos, peldaños falsos, oscuridad. Las escenas de las jovencitas inocentes caminando en un pasillo enorme con puertas gigantescas (que destacan su pequeñez frente a la inmensidad del edificio a la vez que infantilizan su figura) nos recuerdan aquel terrible momento en el que cruzábamos los pasillos de nuestras casas a oscuras, con el temor de que algo horrible nos esperara o siguiera. Lo terrible de Suspiria es que, en efecto, algo horrible hay al final del corredor secreto al que Suzy finalmente logra acceder, y prolongar la espera no hace más que dejar en manifiesto el terrible sentimiento de suspenso. Una bruja es la que la espera al final de su camino, nuestros miedos se han convertido en realidad.
Bibliografía
Batlle Caminal, Jordi. Profondo Argento. Barcelona, España: Paidós, 1999. Impreso.
Costa, Jordi. Películas clave del cine de animación. Barcelona, España: Ediciones Robinbook, 2010. Impreso.
Gómez Rivero, Ángel. Casas malditas: La arquitectura del horror. Madrid, España: Calamar Ediciones, 2007. Impreso.
Trashorras, Antonio. «Disneymaldia (notas para un estudio)». Imágenes del mal: Ensayos de cine, filosofía y literatura sobre la maldad. Coord. Vicente Domínguez. Madrid: Valdemar, 2003. 383-402. Impreso.
Valdés, Regina. «El análisis morfológico del cuento». Aisthesis No 20 (1987): 19-22. Impreso.
Filmografía
Snow White and the seven dwarfs. Dir. David Hand. Walt Disney Productions, 1937. DVD
Suspiria. Dir. Dario Argento. Seda Spettacoli, 1977. DVD.