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Artículos / Estudios de Autor Especial: 90 años de Pasolini

Pajaritos y pajarracos

Por: Camila Pruzzo / 27 de mayo, 2012

«Nosotros somos hombres humanos… pero gracias a Dios tenemos cerebro»

El juego de la parábola política que hace Pasolini en “Pajaritos y Pajarracos” posiblemente haya sido el factor que le cobró la censura en algunos países. ¿Y qué hay de la soltura con la que se ríe de las problemáticas sociales y la pobreza? ¿Irrespetuoso? Para nada. Pasolini hace aquí a una distancia moral admirable, un acto que muy pocos están dispuestos a realizar. El juego político de la risa.

Se dice que quien ríe, ha perdido el miedo, y parece ser que ni Totó ni su hijo Ninetto experimentan temor alguno, viviendo ya en la extrema pobreza. Incluso sienten compasión por quienes que con mayores abundancias viven, deberán pagara la muerte, aludiendo a una cierta justicia “divina”irónicamente terrenal.

“Muere un rico… aquí yace uno lleno de dinero. El más rico del Camposanto. Piensa un poco qué faena para él. En cambio un pobre, ni se entera que ha muerto. Escriben: “Ha muerto uno, adelante el otro”. Para un rico morir, es pagar su deuda con la vida. Paga sí, ya que la vida le ha dado todo. El pobre, paga también, pero la vida no le ha dado nada. ¿Qué hace el pobre? Pasa de una muerte a otra muerte.

Tampoco parecen temerle a lo inverosímil, cuando un cuervo parlante les acompaña, los instruye y cuestiona en su camino. Lo aceptan con curiosidad (por parte de Ninetto) y con algo de sospecha (como lo hace el viejo agricultor Totó), incómodos muchas veces por el peso de sus palabras. El cuervo, un viejo marxista que conoce el mundo, dividido entre pajaritos y pajarracos, marca el recurso interesante de ésta pieza: la parábola, figura retórica utilizada por la tradición cristiana, políticamente ubicada en terrenos de un autor comunista. Comunismo y religiosidad, no es curioso entonces que haya ubicado en el primer acto de su obra a los frailes y San Francisco.

“Un día vendrá un hombre de ojos azules y dirá: Sabemos que la justicia es progresiva y en la misma medida, según progresa la sociedad, se hace evidente la consciencia de su imperfecta composición. Salen a la luz sus desigualdades, estridentes e implorantes que afligen a la humanidad. ¿No es esta advertencia sobre la desigualdad entre clases y naciones, la más grave amenaza para la paz?”

No tarda en ejemplificar sus palabras con el propio Totó exigiendo el dinero que una campesina más pobre que él le debe, para luego terminar bajo los pies de grandes perros que lo presionan contra el suelo mientras el ingeniero, dueño de los animales y de las maquinarias de Totó, le exige su paga o lo llevará a la cárcel.

La injusticia, el pequeño ejercicio de poder movido por el hambre, anticipan el final del cuervo, asesinado por sus compañeros de viaje, comido para saciarse y seguir caminado, por una ruta árida que parece nunca terminar. ¿No es esta advertencia sobre la desigualdad entre clases y naciones lo que Pasolini quería decir, a través de su sátira constante, sus personajes y sus líneas?

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