Por: Javiera Cabello S. / 16 de Octubre, 2019
A CONTINUACIÓN SE VIENEN UN CHINGO DE SPOILERS. LEA BAJO SU PROPIO RIESGO.
Joker (2019) tiene claras referencias a cómics. Las más evidentes son “The Killing Joke” (TKJ de ahora en más), con la premisa de que solo hace falta un mal día para llevar a alguien hasta la locura y el relato de la vida del Joker antes de transformarse en villano; y “The Dark Knight Returns” (TDKR) con la entrevista del Joker en un programa televisivo. Sin embargo, también se encarga de crear su propio camino, con una historia un poco alejada de lo que hemos podido encontrar en cómics hasta ahora.
La película nos muestra la vida de Arthur Fleck antes de que se convirtiera en el Joker. Y su vida era como la de muchas otras personas: un hombre con un trabajo mal pagado y con un sueño por cumplir, en su caso la de convertirse en comediante. En el cómic TKJ (1988) se nos muestra a un hombre de carácter débil, angustiado por su inestabilidad económica y por lo difícil que le resulta hacerse cargo de su esposa embarazada. En la película vemos una personalidad similar, y en lugar de la esposa está la madre como carga económica y emocional. La relación que se muestra me recordó fuertemente a la del villano Pingüino con su propia madre en la serie “Gotham” (2014): la dependencia, el control emocional, la madre empleada que se involucra (o quizás no) con el empleador y el consiguiente conflicto con la figura paterna.
Ahora, ¿solo a mí me parece que no puede ser coincidencia que escenas vitales se desarrollaran en el metro? Y no me refiero a alguna evidente metáfora de un viaje personal, sino a una referencia a una frase que Joker dice en el cómic The Killing Joke. Para que se entienda a cabalidad resumiré brevemente la historia de ese cómic: Joker secuestra al comisionado de policía James Gordon y lo lleva hasta un parque de diversiones abandonado en dónde lo tortura y luego lo amarra a un carro de la montaña rusa mientras le muestra gigantografías de su hija, Barbara Gordon (a.k.a Batgirl u Oráculo), luego de haberle disparado y violado.
En ese cómic, lo que buscaba Joker con esas aberrantes acciones era llevar al buen y centrado policía al límite de su cordura, demostrar que “sólo hace falta un mal día para sumir al hombre más cuerdo del mundo en la demencia”, frase que a su vez me parece es el leitmotiv de la película. Cuando en TKJ, Gordon un poco aturdido pregunta “¿Qué estoy haciendo acá?”, Joker le responde: “estás haciendo lo que cualquier hombre cuerdo en tus terribles circunstancias haría. Te estás volviendo loco”.
En el cómic, mientras el viaje en la montaña rusa empieza a cobrar velocidad, el Joker le grita a Gordon: “Así que cuando te veas atrapado en un tren de pensamientos desagradables, yendo hacia lugares de tu pasado donde los alaridos son insoportables, recuerda que siempre está la locura. La locura es la salida de emergencia”.
No es casualidad que el primer gran quiebre del tímido y tembloroso Arthur suceda en un carro de metro, y que entonces recurra a la locura como vía de escape de la seguidilla de situaciones violentas que había estado enfrentando. Como hombre cuerdo no podía encontrarle sentido a su vida, así que optó por la locura como forma razonable de encarar su futuro. Sobre todo, porque la violencia que le había tocado enfrentar era sumamente azarosa.
No hay explicación a que una pandilla de chicos le haya robado un miserable cartel y luego golpeado, no tiene sentido el abuso vivido en su niñez, tampoco el que corten con su tratamiento médico sin más y que finalmente entre tres tipos comenzaran a darle una paliza.
Tampoco es casualidad que sus primeros asesinatos los cometa vestido de payaso y no como Arthur. Empieza a configurarse el Joker: cuando los sinsentidos abundan, cuando la violencia se propaga como una pandemia y la sola existencia pasa a ser algo fortuito, la locura toma al fin las riendas de sus decisiones.
Después de ese triple asesinato los diarios festinan con comentarios y especulaciones. Los titulares incitan al pánico y rechazan, evidentemente, brindar algo de normalidad a la ya caótica ciudad de Gotham. A esta altura la referencia al cómic TKJ es abierta, Joker le grita a Gordon: “Cuando el mundo está lleno de dolor y todos los titulares aúllan desesperación, cuando todo es violación, hambre, guerra y la vida es vil… Hay algo que yo hago, un truquito que compartiré contigo, que siempre logra hacerme reír. Me vuelvo LOOOCO”. Y así mismo sucede en la película.
Después, tal y como sucede en The Dark Knigt Returns, hay un show televisivo que nos acompaña en el desarrollo de la historia. En ambos casos Joker es invitado principal, besa a una mujer anciana a la fuerza y comete un asesinato televisado. Y acá va la que creo es mi gran crítica a la película: esa conversación final con el entrevistador no estuvo a la altura de lo que implicaba el clímax del filme.
El ingreso del Joker -ya no existe Arthur- al plató era parte de la culminación de su viaje. Finalmente había aceptado su locura, y no solo eso, la había abrazado y celebrado con placer, sin embargo el diálogo que se desarrolla a continuación me resultó escuálido en comparación a lo que venía prometiendo la trama.
Para Arthur, enfrentarse con Murray Franklin no era como hablar con un presentador cualquiera, sino que implicaba enfrentarse casi con su figura paterna, una que se había burlado de él y lo había despreciado. Murray no s+olo había protagonizado la primera alucinación de la película, sino que Arthur lo había imaginado diciéndole que daría cualquier cosa por tener un hijo como él. Esa situación perfecta en la que podría haberse desvelado por completo la afligida psique del Joker, resultó en cambio en un escuálido intercambio sobre motivos, los males sociales y las personas ricas. Que sí que es verdad, pero me dejó con gusto a poco.
Punto aparte es la relación del Joker con las mujeres. En TV y cómics llevamos un par de décadas viéndolo ser cruel con Harley Quinn, abusando físicamente de ella a límites brutales, pero en esta película vemos cómo se relaciona Arthur con ellas. Cuando es la mamá, desde el sometimiento, cuando es un interés romántico, desde el acoso.
Me llamó mucho la atención cómo la película se centró en mostrar a la mamá como una mujer malvada, haciendo el hincapié en que ella, a raíz de problemas psiquiátricos, no fue capaz de defender a su hijo, por sobre el hombre que realmente golpeó y abusó del pequeño Arthur. De hecho, en todas las noticias que revisa Arthur en el expediente médico de su madre, se hace directa referencia a ella y no a su pareja perpetradora de los golpes, pero supongo que era necesario para el relato de la película dejar como catalizadora definitiva de la locura a la madre, para que al asesinarle se marcara el quiebre definitivo de Arthur-Niño al Joker-Adulto. Joker mata a sus progenitores (Madre y Murray Franklin como padre), el Joker renace así sin un pasado, sin una vida previa ni nada que lo conecte con ese tal Arthur Fleck.
Cuando ya casi al final de la película Joker es aclamado por la multitud y se revela un ejército de adoradores y seguidores, vemos que la ciudad se ha sumado al caos y la locura. En el cómic “Batman: The Man Who Laughs” (2005), luego de cometer un doble asesinato, Joker deja una frase en una pared: “Uno a uno oirán mi llamada, y esta horrorosa ciudad seguirá mi caída”. El Joker dejó un mensaje y Gotham lo tomó.
Finalmente, la actuación de Joaquin Phoenix fue brutal. Tan descarnada que a ratos me era incómoda de ver. Sin embargo, creo que la trama tuvo un par de puntos flojos, y eso no le hace justicia a la excelente actuación del protagonista, además el final me pareció muy anticlimático. La película podría haber acabado en muchas de las escenas y creo que eligieron una de las menos buenas. No quiero extenderme en aspectos técnicos porque hay gente mucho más experta que yo, solo quería compartir un poco de mi reflexión en torno a lo que he leído en cómics.
La película me resultó perturbadora e incómoda. Más allá del “buena o mala”. De hecho, cuando terminó me dejó una sensación extraña. Creo que la siguiente frase que Joker le dice a Batman en TKJ es la que mejor refleja mi sentir post visionado:
“¿Por qué no puedes ver el lado gracioso?
¿Por qué no te estás riendo?”